AHORA EN LA CATEDRAL…
Ahora que El Cardenal Ortega ha confesado en público que los asesinos de ambos sacerdotes ya están presos y han confesado sus crímenes, un post de silencio para que la Iglesia Cubana no olvide nunca la piedad instantánea de Juan Pablo II para con el joven que le disparó a matar.
Sea este día de lágrimas y cámaras digitales otra oportunidad en la batalla contra la pena de muerte en Cuba y en el mundo. Ver fotos AQUÍ
Fui todos y fui ninguno, por supuesto, excepto el estilo sonriente del Cardenal. Anunció cosas muy serias a nombre de la policía cubana. Los criminales ya estaban confesos. Su lenguaje sacro no incluía piedad hacia los culpables, y yo intuí en esa rudeza un aplauso a priori para la aplicación de la pena máxima. Me asusté. También criticó las maniobras manipuladoras de la prensa internacional. Me asusté aún más. Lo siento, no pude evitarlo. Pero aquel hombre que hablaba desde el púlpito me transmitió el pálpito de una guerra inmanente inminente (incluso un guerra sancta en tiempos de paz, porque de todo soporta nuestra jerga politiforme).Leer todo el articulo AQUI
La Iglesia cubana, tan callada cuando se trata de la justicia, de proteger a los demócratas cubanos, empieza, sin embargo, a dar opiniones aquí, allá, y acullá, en boca de su cardenal, como si la iglesia sola pudiera desentrañar el crimen. No, señor Ortega, no es así. Aunque ya sabemos que la policía en Cuba también trabaja como usted, para el régimen, y que dará la versión que le convenga a la dictadura. Leer todo AQUÍ.
La foto es de Boring Home utopics.
Ahora que El Cardenal Ortega ha confesado en público que los asesinos de ambos sacerdotes ya están presos y han confesado sus crímenes, un post de silencio para que la Iglesia Cubana no olvide nunca la piedad instantánea de Juan Pablo II para con el joven que le disparó a matar.
Sea este día de lágrimas y cámaras digitales otra oportunidad en la batalla contra la pena de muerte en Cuba y en el mundo. Ver fotos AQUÍ
Fui todos y fui ninguno, por supuesto, excepto el estilo sonriente del Cardenal. Anunció cosas muy serias a nombre de la policía cubana. Los criminales ya estaban confesos. Su lenguaje sacro no incluía piedad hacia los culpables, y yo intuí en esa rudeza un aplauso a priori para la aplicación de la pena máxima. Me asusté. También criticó las maniobras manipuladoras de la prensa internacional. Me asusté aún más. Lo siento, no pude evitarlo. Pero aquel hombre que hablaba desde el púlpito me transmitió el pálpito de una guerra inmanente inminente (incluso un guerra sancta en tiempos de paz, porque de todo soporta nuestra jerga politiforme).Leer todo el articulo AQUI
La Iglesia cubana, tan callada cuando se trata de la justicia, de proteger a los demócratas cubanos, empieza, sin embargo, a dar opiniones aquí, allá, y acullá, en boca de su cardenal, como si la iglesia sola pudiera desentrañar el crimen. No, señor Ortega, no es así. Aunque ya sabemos que la policía en Cuba también trabaja como usted, para el régimen, y que dará la versión que le convenga a la dictadura. Leer todo AQUÍ.
La foto es de Boring Home utopics.
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