¡Siento que me hundo en el barro
y no tengo dónde apoyarme!
¡Me encuentro en aguas profundas,
luchando contra la corriente!
Salmo 69:2 [TLA]
“Este arte
divino que nos enseña a mantenernos inseparablemente unidos a Dios, tiene
también sus fundamentos y bases…
Estos
cimientos se reducen a dos. En primer lugar, hay que saber buscar algo que
llene nuestra mente y nos sirva para pensar en Dios; luego, encontrar el medio
de fijar esta idea u objeto de meditación para mantenernos en ella
constantemente”. Al insistir con la actitud adecuada, se abrirán las puertas de
la contemplación. Igualmente, recomienda practicar el recuerdo constante de
Dios mediante una fórmula modélica que toma de los Salmos. “Todo monje que
tiene la mente fija en el recuerdo constante de Dios, debe habituarse a hacerlo
constantemente, y con su ayuda, rechazar los demás pensamientos.” Este es
un secreto de incalculable valor. Nos lo han transmitido los contados
supervivientes de los Padres de la primera edad.
Si queréis
que el pensamiento de Dios more sin cesar en vosotros, debéis proponer
continuamente a vuestra mirada interior esta fórmula de devoción. «Deus in
adjutorium deum intende, Domine ad adiuvandum me festina» Ven, oh Dios, en
mi ayuda, apresúrate, Señor, a socorrerme (Salmo 69, 2)
Evagrio
Póntico, el monje. Extraído de Nota 451 en la «Práctica de la meditación en
Evagrio póntico»
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