Por: Maikel Mauris Milán Suárez. *
Una vez más me quedo atónito ante las contradicciones. Los políticos
cubanos están defendiendo e impulsando la agenda de reprogramación social,
propuesta internacionalmente por un movimiento que tiene su propia bandera, su
propia ideología, sus propias fidelidades (a sí mismos).
¿Por qué legislar basado en una ideología foránea? Dar derechos es una
cosa, imponer ideologías por la ley es otra. El reconocer los derechos de un
grupo es una cosa, el difundir totalitariamente sus ideologías es otra cosa. El
educar al pueblo es una cosa, el diluviar ideología de género por todos lados
es otra cosa. Estamos siendo invadidos cultural e ideológicamente.
Sí, ese dolor de cabeza que tienes después de tanta difusión
parcializada y totalitaria de los medios es porque estás siendo violentado. Y
si ataco todo el tiempo tu manera de pensar y tu libertad de creer y pensar
desde los medios oficiales, sin duda estás recibiendo el mensaje: "todo
el mundo piense así o no piense en lo absoluto". Esto, como ya he
dicho, es una invasión cultural de un movimiento foráneo que tiene oficina en
Cuba.
Ya en Cuba, con la excusa del Código de "las familias",
no estamos viendo un debate legal, ni siquiera un debate sobre "derechos
humanos". Desde que se comenzaron a usar las reuniones oficiales, los
medios de comunicación estatales y las presentaciones públicas de políticos
para impulsar una agenda ideológica foránea y contradictoria con nuestra
historia patria, lo que estamos protagonizando es una invasión cultural.
Una ideología foránea, ha logrado llevar el lobby de la oficina nacional
de su movimiento internacional, a nuestra Asamblea Nacional (parlamento).
Convirtiendo de esta forma a una ideología que es minoritaria en la sociedad,
en un gran poder político. Porque por razones que no voy a analizar aquí, los
ciudadanos que son parte del 64% que, en referéndum constitucional en 2019, se
expresó contra la agenda de género y los cambios constitucionales sobre el matrimonio,
no parecen tener representantes en la Asamblea Nacional, y posiblemente tampoco
en la comisión de trabajo del Código.
Se puede luchar por derechos sin imponer ideologías, pero cuando se
imponen ideologías para conseguir un derecho se hace a costa de la conquista de
todos los derechos de todas las demás personas.
Aceptemos esta verdad: una bandera ondea junto a la nuestra en el
Ministerio de Salud Pública, frente a la más importante avenida cubana, una
bandera que tiene su propia agenda política, sus propias intenciones y
motivaciones, su propia ideología. Una bandera que no es cubana.
No hay ignorancia, sino intención en lo que hacen estos promotores.Yo haré mío el discurso de dos inmensos patriotas, que derramaron sangre por una Cuba Libre: Bonifacio Byrne y José Martí.
"Mi
Bandera"
Bonifacio Byrne
Al volver de
distante ribera,
con el alma
enlutada, y sombría
afanoso busqué mi
bandera
¡y otra he visto
además de la mía!
(...)
Con la fe de las
almas austeras
hoy sostengo con
honda energía
que no deben
flotar dos banderas
donde basta con
una: ¡la mía!
(...)
Aunque lánguida y
triste tremola,
mi ambición es que
el sol con su lumbre
la ilumine a ella
sola —¡a ella sola! —
en el llano, en el
mar y en la cumbre.
"La bailarina
española"
José Martí
Han hecho bien en
quitar
El banderón de la
acera;
Porque si está la
bandera,
No sé, yo no puedo entrar.
Y quede claro: no estoy en contra de ningún derecho humano, ni que se reclame por derechos vulnerados o en favor de los discriminados. Mi discurso no es contras las personas LGBTI, sino contra la invasión e imposición de la ideología de género a nivel cultural, político y legal.Llámenme como quieran, yo soy un patriota.
Recibido por correo electrónico desde
Cuba, fue tomado del perfil de Facebook del autor con su autorización.
*El autor es un pastor evangélico que reside en Las Tunas,
Cuba.
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