Un
vecino dedica una carta a la persona que se encarga de vigilar sus pasos en el
barrio
Asunto
espinoso este del perdón a los enemigos, pero bueno aquí se trata de convivir
con el chivato de barrio. Aquí en este artículo trata de comprender la relación
vigilante-vigilado. Más me recuerdo aquello de ascuas sobre su cabeza….,
…Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad
lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagare,
dice el Señor. Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer: si tiene sed,
dale de beber, porque haciendo esto, ascuas de fuego amontonaras sobre su cabeza.
No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal. Rom. 12:19-21
A mi amado enemigo
Por: Leandro Cansino.
Estocolmo
(Suecia) | Diciembre 31, 2016.
Se me hizo muy necesario escribirte. Déjame hacerte llegar algo que me
brota del alma: gracias por existir, gracias por todas las cosas malas que
haces por mí. No tienes ni la menor idea de cuánto tengo que agradecerte, no es
sarcasmo y mucho menos ironía, te escribo de lo más profundo de mi corazón. Sé
que te sorprende esta carta, pero creo que nunca te di las gracias por estar
molestándome y tratando de perjudicar constantemente mi vida. Créeme que
aprecio todo el esfuerzo negativo de manera gratuita de tu parte. No pienses
que me has ganado porque me volví loco, antes quiero exponerte mis sólidos
argumentos. Tú y yo somos como un motor, carga positiva y negativa para poder
funcionar.
No eres mi rival. Un rival es una persona o un grupo de personas que a la
vez luchan por alcanzar lo mismo, pero no es nuestro caso. Yo lucho por llegar
a la cima de la montaña más alta y tú luchas abrazado a mi cintura porque yo no
logré llegar, ya que tú careces de piernas, o sea que no competimos, no eres mi
oponente.
Agradezco mucho tu tiempo y esfuerzo en buscar mis fallas, son gestos
horribles que me gustan de ti, ahí estoy yo, reparando los errores que
encuentras en mí. Cada día crezco más y todo te lo debo.
Yo lucho por llegar a la cima de la montaña más alta y tú luchas abrazado a
mi cintura porque yo no logré llegar, ya que tú careces de piernas, o sea que
no competimos, no eres mi oponente
Yo te valoro mucho, aunque no lo parezca. Te valoro porque un día sábado
soleado nadie lo apreciaría de no ser por esas tardes grises de tormenta,
porque nadie aplaudiría al héroe sin un villano que amarre a la doncella en las
vías del tren. No tienes idea de cuánto he sabido crecer mientras estabas
acechándome. Es cierto que en lo personal estorbas, pero en mi realización
profesional eres imprescindible. Quiero que estés ahí, fiel seguidor de mis
triunfos, necesito que veas hasta dónde puedo llegar.
Quiero que nunca te vayas de mi espalda, te necesito para retarme día a día
a hacer las cosas mejor. Me haces tanto bien que hasta pudiéramos ser amigos,
pero no, quédate mejor ahí, mi dulce enemigo, que dé a pocos voy llegando a la
meta y tú te vas desgastando. Todo ese sacrificio jamás será olvidado.
Gracias por tanta negativa incondicionalidad.
Fuente:
14yMedio
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