Hoy incluimos en nuestro Blog la declaración oficial de la Conferencia de Obispos católicos de Cuba, en relación con el asesinato premeditado el opositor cubano, Orlando Zapata Tamayo. Lo hacemos en conformidad con la nota publicada abajo donde nos preguntábamos, ¿Dónde está la Iglesia? En relación a este asesinato político que ha conmocionado a la opinión pública nacional e internacional. Lo hacemos también a la espera de que el colaboracionista Consejo de Iglesias de Cuba, al menos esta vez no muestre el silencio cómplice que le caracteriza.
Aquí el Texto de la declaración de la Conferencia de Obispos católicos de Cuba:
NOTA DEL COMITÉ PERMANENTE
La Habana, febrero 25 del 2010.- Por los medios internacionales de prensa hemos conocido que el preso Orlando Zapata Tamayo, de 42 años de edad y vecino del municipio de Banes, albañil de profesión, quien acumulaba una condena de 36 años de prisión, falleció en la Habana después de 83 días de huelga de hambre. Era considerado preso de conciencia y la huelga que le costó la vida iba dirigida a que se atendieran sus reclamaciones en cuanto al régimen penitenciario.
La muerte, en estas condiciones es una tragedia para todos porque se trata de la vida de una persona, que es siempre el bien mayor a proteger y conservar por todos.
La Iglesia Católica, por tal motivo, en situaciones similares trata de disuadir a que no se utilicen métodos de reclamación que pongan en peligro la propia vida, lo cual es una forma de violencia que ejerce la persona sobre sí misma.
La Iglesia solicitó, en varias ocasiones visitar al Sr. Zapata lo cual no pudo realizarse. De la misma manera ha pedido y reitera su petición a las autoridades que tienen en sus manos la vida y salud de los prisioneros que se tomen las medidas adecuadas para que situaciones como éstas no se repitan y, al mismo tiempo, se creen las condiciones de diálogo y entendimiento idóneo para evitar que se llegue a situaciones tan dolorosas que no benefician a nadie y que hacen sufrir a muchos.
Hacemos llegar a la madre del Sr. Zapata, a sus familiares y a sus seres queridos nuestras condolencias y la seguridad de nuestras plegarias.
Pedimos a Dios que todos sepamos escuchar el llamado de Jesucristo a trabajar por el bien común como si se tratara de nuestro propio bien.
Que la Virgen de la Caridad con su presencia benefactora haga que todos los cubanos nos sintamos y seamos hermanos.
Comité Permanente
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