junio 27, 2019

Una dilatada alineación de las denominaciones evangélicas en Cuba. (I)


El anuncio reciente de la creación en Cuba de una organización que agrupa algunas de las denominaciones evangélicas más conocidas sorprendió a muchos. Un grupo numeroso de líderes y feligreses se dieron cita en el campamento Metodista Canaán para sentar las bases de esta organización denominada: Alianza de Iglesias Evangélicas de Cuba.[1]
El documento constitutivo, que no es definitivo, deja claro lo siguiente: La razón principal que motivó la creación de dicha Alianza, es que las denominaciones que la integran no se sienten representadas delante de las autoridades y el pueblo cubano por el Consejo de Iglesias de Cuba y se sienten motivadas a trabajar unidas en la defensa de los valores bíblicos. (Religion en Revolucion Blog, 2019)
Este conjunto de denominaciones no es una organización ecuménica más ni pretende serlo. Su argumentación  implica una intención de servir de contrapartida al Consejo de Iglesias de Cuba (CIC). Una especie de tardo ecumenismo enfilado a desafiar al  binomio CIC-OAR que marca el paso en las relaciones Iglesia-Estado en Cuba. Es una decisión importante y trascendente, que no encontró  la atención apropiado en los medios .Pero de lo que si estoy seguro es que muchos dentro de CIC  y sobre todo de la todopoderosa Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del PCC (OAR) deben estar muy preocupados.
Es tal la relación emponzoñada entre el CIC y el régimen a través de la OAR que muchos, sobre todos jóvenes y personas no vinculadas con la iglesia,  piensan que el CIC es hechura del régimen Castro comunista. ¡Ni tanto!
El Consejo de Iglesias de Cuba fue fundado el 28 de mayo de 1941 y no precisamente con este nombre sino como Consejo de Iglesias Evangélicas de Cuba, y sus misión y visión se modifica en los años  1977 (cuando asume el nombre de Consejo Ecuménico de Cuba), en el 1980 y más reciente en el año 2000. Pero el verdadero propósito de su misión se establece y consolida en los primeros años de la Revolución, haciéndose evidente que estas iglesias, o al menos muchos de sus líderes hacían una opción preferencial por la Revolución y el Socialismo.
Esto no era nada nuevo, los mecanismos de control ideológico del régimen tenían que establecer como lo habían hecho los regímenes de Europa del Este, un definitivo control sobre las actividades y propósitos de las denominaciones religiosas. Trataron de hacerlo con la Iglesia católica con el malogrado movimiento “Con la Cruz y con la Patria, echaron mano a un líder católico del cual no tengo memoria, Raúl Gómez Treto, después vino el grupo o Centro Oscar Arnulfo Romero. Nada de esto completó el intento de operar en  la feligresía católica, menos aún en el cerrado círculo de la Conferencia de  Obispos Católicos de Cuba. Algo de todo esto se hizo realidad, la figura controversial y claudicante del Cardenal Jaime Ortega y Alamino y el resultado fue, a largo plazo, ventajoso para el régimen.
En relación a las denominaciones religiosas, aun cuando muchas se sumaron y aun forma parte del CIC, una parte importante constituida por las convenciones Bautistas Occidental y Oriental, la Liga Evangélica de Cuba, Asambleas de Dios y otras  iglesias neo pentecostales o de inspiración apostólicas no son miembros del CIC, y esto hace  una marcada diferencia con el numeroso grupo de instituciones religiosas que son parte del pro oficialista CIC. En la actualidad el CIC está formado por un abigarrado número de iglesias, asociados fraternales, organizaciones e instituciones educativas, culturales etc. En este complejo mundillo de la Fe están alineadas desde El Ejército de Salvación hasta el Yoga o la Santería. Su dedicación común es el postureo procastrista. 
El régimen necesitó y aún necesita una amplia base de organizaciones religiosos que pudieran mostrar, frente a un creciente  movimiento revolucionario en Latinoamérica, del cual eran parte las estructuras de soporte subversivo del régimen. También eran parte consustancial la Iglesia Católica de inspiración popular en LA, el naciente movimiento guerrillero colombiano, la Teología de la Liberación y un sinfín de organizaciones revolucionarias y pro castristas, que  usaban por igual, los principios sociales del cristianismo y el más rancio marxismo leninismo. Cuando venían a La Habana, a la fuente motivacional de su ideología; los seguidores de estos movimientos debían encontrar iglesias cubanas y feligreses proclives al régimen que ellos ensalzaban. De lo contario la incongruencia entre un sistema de consagraciones tan inspiradoras como eran la doctrina revolucionaria y la doctrina cristiana, podía menoscabar sus propósitos, tan nobles como la opción armada.
Se vivían tiempos de abyecta manipulación, cinismo político y represión religiosa. La sociedad no se había recuperado de las depuraciones en las universidades  y la UMAP y ya se veía venir un periodo de represión después del Congreso Nacional de Educación y Cultura.  A principios de los setenta expresé mis dudas en una reunión auspiciada por líderes religiosos que apoyaban a la Revolución, entonces dije lo  siguiente: ¿cómo aceptar que debemos asumir, conforme a los principios cristianos, una opción revolucionaria cuando es inminente que vuelvan las depuraciones de religiosos en las Universidades? a mis palabras siguió el silencio.  
La manipulación del régimen y sus organismos de inteligencia eran patentes. Empezaban a utilizar un arma que emplearon por muchos años: los viajes al extranjero y la necesidad vital de cualquier líder para ser reconocido, apreciado y en ningún momento ninguneado. También, el que es manipulado o se deja manipular asume su condición de persona de interés o de utilidad y eventualmente se hace cómplice.
Contaban con una Iglesia que transigía con el régimen. Muy a desgano era presentada a los visitantes revolucionarios, provenientes sobre todo de  Latinoamérica, como ejemplo de que la Revolución respetaba la libertad religiosa y que las iglesias eran parte del proceso revolucionario que vivíamos los cubanos. Mientras, se sucedían los círculos políticos donde se retomaba el discurso antirreligioso y el petulante enfoque ateo y materialista; propio de una educación asentada en la ideología comunista. Además nos decían que el cristianismo y la Revolución, en la América Latina, andaban de la mano y que esta alianza gozaba de buena salud.
Eran los tiempos que, mientras muchos jóvenes cubanos asistían a la Iglesia con la Biblia escondida en un cartucho, nos desgastábamos en discusiones sobre las responsabilidades sociales del cristiano y éramos citados para hablar con algún miembro del Partido sobre nuestra simple asistencia a un servicio religioso.
Recuerdo que en una ocasión nos invitaron a un grupo de estudiantes universitarios para un encuentro con un importante líder religioso de la Iglesia Ortodoxa Rusa recién llegado a La Habana. El encuentro era auspiciado por el Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC) una organización fantasmal pero útil. Todo indicaba que el ilustre visitante, un metropolitano ortodoxo ruso, quería ver de primera mano si había cristianos universitarios en Cuba. Estábamos en un aula pequeña de la Iglesia Presbiteriana de La Habana, como muestra, unos 6 jóvenes, cinco de los cuales no éramos miembros del MEC sino de la Unión Bautista de Estudiantes Universitarios. Llegó el Metropolitano con sus vestimentas, ornamentos e insignias litúrgicas junto al que decía ser el presidente del MEC seguido de dos segurosos[2] que no perdían detalles con sus ojerizas e  inquisitorias miradas. Después de la presentación no se habló como no fueran dos o tres preguntas para retirar de inmediato al metropolitano. Una sensación de que nos habían tomado el pelo se hizo patente entre los escasos estudiante que estábamos allí.
Unos meses después en un viaje no coincidente  a la ciudad de Camagüey (1972) me encuentro con un destacado líder del Consejo de Iglesias de Cuba y apasionado de la Teología de la Liberación, aún lo es, es un pastor bautista. La conversación pronto alcanzó al tema de la dedicación de los cristianos a la Revolución y a la construcción del socialismo. Le pregunté, recordando la anécdota de arriba: ¿Para qué nos quieren?, ¿para manipularnos? Porque ahora mismo cuando debíamos ser parte de una dedicación consciente al encuentro entre cristianos y marxistas estamos más preocupados que nunca. Recién se dio a conocer las Tesis y Resoluciones  de Congreso Nacional de Educación y Cultura y aunque no  es notorio que atacaran a las iglesias, han aparecido los análisis en la revista El Militante sobre las iglesias evangélicas y los círculos políticos se suceden. Algunos estudiantes cristianos evangélicos, entre ellos yo, hemos sido citados. La verdad es que no solo los intelectuales “tienen mucho miedo”[3], yo también. Esta fue su respuesta: Mira, los cristianos tenemos que, frente a la Revolución, superar el complejo de manipulación, si no lo hacemos nunca podremos caminar junto a ella.
En este prolongado caminar, unos siguieron en el camino, otros se sumaron al andar del oportunismo más perturbador, y otros tomaron distintos derroteros.
Prefiero en este ocaso de dudas y reflexiones escribir lo siguiente:
Fui como muchos jóvenes testigo y protagonista de eventos que podían enriquecernos o humillarnos, elevarnos o asfixiarnos; sin que mediara tiempo alguno para la reflexión y las decisiones. En todo esto las iglesias participaban y participan en un rito de aceptación, colaboración y abandono. Hemos sido, muchos sin proponérnoslos,  parte de un empeño de maridaje y canallada de una buena parte de instituciones e individuos que han preferido caminar con el rostro cubierto, en engañifas y conjuras roñosas para ver como un régimen da cuenta de la espiritualidad, en tanto que menoscaba la libertad y desprecia el derecho. (Gonzalez, 2017)
Continuará….,
2019 ©


[1] Blog, R. R. (Ed.). (2019, June 3). Se crea en Cuba la Alianza de Iglesias Evangélicas de Cuba, contraparte del pro oficialista Consejo de Iglesias de Cuba. Retrieved June 21, 2019, from http://religionrevolucion.blogspot.com/2019/06/se-crea-en-cuba-la-alianza-de-iglesias.html
[2] Seguroso: Lenguaje popular para referirse a los funcionarios de la Seguridad del Estado en un tono de burla, enfatizando su carácter de misterio, clandestinaje y secreto.
[3] "Yo no sé ustedes, pero yo tengo miedo, mucho miedo". 1961. Virgilio Piñeira, Encuentro con los Intelectuales.

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