junio 29, 2019

¿Por qué una Ley de Cultos sería inútil y perjudicial en Cuba? (I)


Sin un Estado de Derecho, cualquier ley de cultos sería tan incumplida como la ley que obligara a los lobos a ser vegetarianos. Es inviable o un boomerang.
La Habana,  de junio, 2019./Con las mejores intenciones o por aparentar que hacen , hay religiosos abogando por solicitar a la dictadura una Ley de Cultos que proteja a los religiosos de los atropellos de esa misma dictadura que debe regalarles esa ley que la limite en su poder. Que haga cumplir en la práctica el derecho a la libertad de religión y de culto reconocido por “la Constitución” e irrespetado por el Estado.
Sus argumentos se basan en las quejas de toda asociación religiosa sobre la fiscalización asfixiante y represiva del Estado a su quehacer y la negativa estatal a inscribir legalmente nuevos cultos y que los persigue.
Sin queja, el cardenal Jaime Ortega, entonces Arzobispo de La Habana y vocero “neutral” de “las buenas intenciones de cambio” del General, como muñeco de ventrílocuo de los gobiernos de Cuba y del español de Rodríguez Zapatero; hace mucho declaró que debía existir una ley que regulara las relaciones entre el Estado y la Iglesia.
Así que la ley de cultos la quieren tanto los cristianos que no quieren seguir siendo reprimidos como los instrumentos del Estado dentro de la Iglesia. Pero como en Cuba, Dictadura, se escribe con mayúscula y sin comillas, es nombre propio y su apellido es totalitario, mientras que “Constitución” tiene que llevar comillas al igual que “legalidad”, cae por su peso que una Ley de Cultos es inviable o un boomerang.
No sería aprobada, excepto que convenga al Estado aprobarla sin aplicarla; para aparentar democratizarse; otro “cambio”, como cuando el Gral. Raúl Castro “renuncio” a continuar como Presidente del Consejo de Estado y de Ministros (poder ficticio). Poniendo a su muchacho, del cual declaró en Televisión  que “lo hemos preparado” y reservándose el Ejército y el puesto de Primer Secretario del Partido.
Ambos poder efectivo por sobre la Constitución y cualquier Ley, pues el Partido es “constitucionalmente” “la fuerza rectora de la sociedad”; a nadie rinde cuentas, mientras que el “Presidente electo” como miembro del Partido le debe obediencia al Partido que nadie eligió y que ni pincha ni corta. Es su Comité Central (C.C.) quien manda y el C.C. es Raúl Castro, jefe del Ejército.
¿Ese es el clima para leyes de algún tipo? Sin un Estado de Derecho, cualquier ley de cultos sería tan incumplida como la ley que obligara a los lobos a ser vegetarianos. ¿Cuál de sus leyes, deficientes o buenas, cumplen las autoridades de Cuba? ¿La que prohíbe ruidos y música alta? ¿La que establece que la Policía debe allanar un domicilio según requisitos legales y no con orden imprecisamente redactada y a las 2 de la madrugada? ¿Algún policía cumple como chofer las leyes del tránsito? ¿Cumplen las autoridades el deber de responder a las quejas? ¿No son falsas las pesas en cada comercio, sin faltar uno? ¿Obtener la propiedad de la vivienda o un subsidio para repararla no cuesta kafkianas gestiones burocráticas y cohechos? 
Los defensores de la Ley de cultos dirán: “Si, pero podríamos quejarnos de que se negaron a aprobarnos la ley, o de que la aprobaron y la incumplen”. Cierto, “el derecho a queja” de los bien intencionados, cuyas declaraciones las contrarrestarían las de otras autoridades religiosas instrumentos desembozados o disimulados de la Dictadura, quienes cantarían loas al “cambio”, a “la mejoría de las relaciones”.
Mejoría “probada” por la aprobación de la “Ley de Cultos”. Y en el extranjero, la confusión acostumbrada que promueven los medios: “Cuba cambia, se democratiza”, “El lobo está comiendo hierba y, aunque con retrocesos, disminuyen sus ataques carnívoros; esperemos”.
¿Tengo que decir cuál de ambos bandos clericales será el favorecido por el Estado?  ¿quién con esa misma ley en la mano tendrá más elementos que ahora para presionar a los “contrarrevolucionarios y pro-yanquis que utilizan la Iglesia”, mientras “los verdaderos cristianos apoyan “el proyecto social”?. Los bien intencionados y los mal intencionados, me dirán que no, que la Ley de cultos obligaría al Estado a…. ¡¿En serio?!
 Si consiguieran su Ley, es imposible que no contenga como “caballo de Troya” un compromiso de sumisión al sistema y un acápite sobre las “sectas dañinas”. ¿O la Dictadura se la va a dar gratis y para que se protejan contra ella? El Estado totalitario será juez inapelable y parte que interpretará a su gusto y aplicará esa ley. Hasta ahora las regulaciones estatales contra las iglesias les son impuestas, pero a partir de esa ley serán las solicitadas y aprobadas por las iglesias. Y no va a dejar de dividirlos negociando y favoreciendo por separado.
Aprendan de su timorato intento de modificar el Proyecto de “Nueva Constitución”; pues por declarar contra el “matrimonio homosexual”, ¡diez iglesias aprobaron todo el resto de la monstruosa Constitución en bloque!:
Solicitaron y aprobaron con sus firmas la tiranía del Partido (el General) las agresiones a disidentes y la educación de sus propios hijos ¡“en los principios -anticristianos- de la sociedad socialista”!  Y ni se dieron cuenta la mayoría. Este nuevo juego con la “legalidad” saldría peor.
La ultima “Ley de Cultos” que existió en Cuba, terminó en 1899 con el fin de la soberanía de España sobre la Isla. Era el Patronato de Indias, que hacia al Rey de España, en los territorios que colonizara, la máxima autoridad y protector de la Iglesia Católica. Terminado ese control, entraron en Cuba los misioneros de otras denominaciones, predicaron, fundaron, prosperaron, sin que dejara de prosperar también la Iglesia Católica.  Jamás hubo un concordato entre el Estado cubano y la Iglesia Católica, es decir, un acuerdo entre ambos gobiernos para que la Iglesia solventara sus asuntos internos con sus propias leyes y tribunales eclesiásticos. Y ello fue bueno.
Y sin Ley de cultos ¿cómo no sufrieron intervencionismo estatal?; porque la ley común se cumplía, pese a las deficiencias de la Republica, a su tendencia al personalismo que llevó a las dictaduras de Gerardo Machado (1926-1933) a la inestabilidad de 1933 a 1939, a la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1959) - por cierto, dictadores con exitosas políticas económicas y no totalitarios- y culminó en Fidel Castro (1959-2007) y sus herederos (2007- ¿?).
Antes, pese al caciquismo la  corrupción y la guapería política, nadie podía confiscar una propiedad a una asociación religiosa, o perturbar un culto con altavoces, o prohibir a un predicador, y quien asesinara o malversara iba a juicio, fuera revolucionario o pro-gubernamental. Y lo denunciaban en la Prensa y el político cuidaba no perder los votos de los religiosos. Para darle una merienda en la logia a sus esposas, por “el Día de las Madres”, ninguna fraternidad tenía que pedir permiso con quince días de antelación; para entonces aprobar o denegar sin explicarles.
Durante el Patronato de Indias, si hubo confiscaciones a la Iglesia Católica, como en 1851 con la Ley de Amortización de Mendizábal y toda otra denominación estaba prohibida, los misioneros no católicos podían ser perseguidos por la Ley. De hecho hoy, sin concordato, el Estado hace de la vista gorda ante los casos de delitos cometidos por clérigos, otorgándoles una impunidad que les da poder sobre ellos, “las mejores relaciones Estado-Iglesia”: No existe en Cuba un solo religioso malversador o pederasta.
¿Y en Estado de Derecho?: El concordato entre el Vaticano y el Gobierno de los Estados Unidos, fue uno de los factores en los escándalos de pederastia, pues los involucrados alegaron que el Concordato los autorizaba a no acudir a las autoridades judiciales laicas sino a las suyas propias. Lo que necesitan religiosos e iglesias para ejercer sus derechos es que las leyes sean justas y se cumplan; no una ley general o para cada denominación, sino un sistema judicial ante el cual respondan el religioso y el represor del religioso como cualquier otro ciudadano.
También  un Tribunal de Cuentas donde acusar a las autoridades por violación de la Constitución y que el Estado únicamente intervenga si la asociación religiosa viola la Ley común. Una única ley específica y no común, sobre las sectas dañinas (que ¡Dios nos libre la haga este gobierno! Y es delito que no dejaría de ser estatuido en una Ley de Cultos y usada para chantajear y destruir).
Que los cubanos puedan vivir de su trabajo, pues si los fieles no pueden mantener por si mismos con sus donativos a su Iglesia, es imposible la separación entre la Iglesia y el Estado. Pues dependen hoy las iglesias de que el Estado les autorice recibir donaciones del extranjero, les permita o niegue visas a los pastores, les autorice o no materiales para la reparación, gasolina; mecanismos todos de control mediante el chantaje y la corrupción.
Y para lograr todo lo antes expuesto como indispensable para tener libertad religiosa, es necesario que los ciudadanos, y los fieles como ciudadanos, tengan soberanía, puedan influir al Poder con sus votos y opiniones, exista la separación de poderes con un sistema judicial independiente.
Si en serio quieren libertad religiosa, procuren todo eso.
Continuará….,


No hay comentarios:

Publicar un comentario