Según
los fieles, el hecho lo facilitó la falta del portón que destruyo el tornado en enero, de
vigilancia policial en las calles y el que jamás la Policía atrapa a los
ladrones y profanadores de templos y de tumbas.
Por
Jaime Leygonier.
La
Habana, 28 de agosto, 2018. /Del sagrario de la capilla de Nuestra Señora de la
Guardia, robaron el copón que contenía
las hostias consagradas, las cuales echaron dentro de otro copón y algunas al
suelo, según descubrieron los encargados del Templo en la mañana del domingo 25
de agosto.
Los
profanadores forzaron para entrar las tablas clavadas al marco del portón desde
que lo destruyera el tornado del 27 de enero pasado, cuando también derrumbó el
campanario.
El
templo se encuentra en la calle Nuestra Sra. de Regla esquina a Rodríguez,
Luyanó, pertenece a la parroquia de El Buen Pastor de Jesús del Monte y es más
conocida como “Las esclavas”, por la
orden de monjas que radicaban allí y la abandonaron cuando la persecución de
1959.
Hace
esquina y su portón, en la fachada de la calle frente al Hospital Materno de
Luyanó, antiguo “Hijas de Galicia, es visible desde unos cien metros de esa
calle y de la calle Rodríguez.
El
párroco fray Gabriel Ávila, mercedario mexicano lo reportó a la Policía
Nacional Revolucionaria (PNR) cuyos técnicos acudieron, tomaron huellas y
usaron un perro de rastreo.
Informó
a los fieles que debido a la profanación no podrán celebrarse misas en ese
templo hasta efectuar un acto de reparación a Jesucristo e invito para el
mismo, a las 6 de la tarde del siguiente sábado, 31 de agosto.
Anunció
que debido a la inseguridad de evitar la repetición de este sacrilegio, en lo
adelante no conservará el Santísimo Sacramento (hostias consagradas) en las
capillas a su cargo, de La Guardia y de la Caridad, sino que consagrará las que
se consumirían en cada misa.
Capilla de Nuestra Señora de la Guardia |
A
fines de la década de 1990, similar robo y profanación ocurrió en la vecina
Parroquia de la Medalla Milagrosa, de día, con el templo abierto, a la vista de
una señora que oraba. Horas después vieron regresar al joven ladrón y devolver
las hostias arrojándolas al sagrario y huir.
Las
hostias son delgadas obleas de pan de forma circular y los católicos creemos en
la presencia real de Jesucristo en el pan y el vino consagrados durante la
misa, según sus palabras durante la Última Cena:
“Tomen
y coman todos de él, este es mi cuerpo/… /tomen y beban todos de él, esta es mi
sangre/…/ Hagan esto en memoria mía, hasta que vuelva”.
Estas
hostias consagradas o Santísimo Sacramento, se conservan en el sagrario,
semejanza del Santo de los Santos del Templo de Jerusalén.
Según
opinan fieles, el hecho lo facilitó la falta del portón, de vigilancia policial
en las calles y el que jamás la Policía atrapa a los ladrones y profanadores de
templos y de tumbas.
Y
el móvil pudo deberse a la leyenda popular de que los copones y cálices son de
oro o plata. Puesto que no robaron los ventiladores, como ocurre en los robos a
templos de todas las denominaciones, el móvil pudo ser el valor de estos vasos
para algunos practicantes de religiones afro-cubanas, quienes pagan por esos
copones o por hostias robadas.
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