Por Eduardo Martínez Rodríguez.*
Acabo de leer un libro digital (que nunca ha sido
impreso en Cuba) escrito por una persona que estuvo en en las famosas UMAP y
sufrió toda la cruenta ignominia de aquellos rigurosos campos de concentración
nazi-castristas. Se trata de un testimonio de aquellos días confeccionado por
Alberto I. González Muñoz entre 1994-95, llamado Dios no entra en mi oficina.
Fue publicado por la Editorial Bautista (agmseb@enet.cu) inicialmente en el
2003 y ha sido revisado periódicamente hasta su séptima edición del 2015 de la
que hablamos.
El autor alega en la introducción que no quiere que se
interprete este material como documento acusatorio contra el régimen de los
Castro, pero no hay más que leerlo para indignarse contra las muchas atrocidades
y arbitrariedades que cometieron, causando gravísimos daños en la sociedad
hasta el día de hoy.
El libro recuerda los testimonios escritos sobre los
campos de exterminio nazi, aunque en las UMAP no existieron crematorios ni
cámaras de gas.
En las UMAP se pretendía, a través del trabajo
forzado, el cambio obligado de los religiosos, los homosexuales, y todos
aquellos quienes fueran considerados estorbos a la revolución. Existieron, para
horror de muchos, un poco más de dos años, entre 1965 y 1967, en alejados
parajes camagüeyanos.
En las páginas pude hallar los nombres de varios
religiosos que fueron enviados allí, humillados, calificados oficialmente de
lacra social debido a sus creencias, maltratados y obligados a laborar
dieciséis horas al día o más cortando caña.
Me asombra que personajes como el cardenal Jaime
Ortega Alamino, tan cuidadoso y complaciente con el régimen, quien hace unos
años ordenó la extracción a la fuerza de protestantes pacíficos dentro de una
iglesia habanera pues ellos, los católicos, fuera uno de quienes recibiera
patadas por el trasero y empujones en las UMAP precisamente por ser religioso.
También está el reverendo Raúl Suárez, muy visible hoy
con personeros del gobierno, anfitrión muy amistoso con las delegaciones de los
Pastores por la Paz, y quien ha levantado un emporio autorizado en 100 y 51, en
Marianao.
Raúl Suárez estuvo en las UMAP, durmiendo, junto a
otros muchos religiosos, en un duro suelo de tierra, en hamacas más tarde, y
después de meses, en literas maltrechas, levantándose a las cuatro y treinta de
la madrugada, aún agotados por la jornada de labor, para acudir forzosamente al
campo donde permanecerían en ocasiones hasta pasada la medianoche, cortando y
alzando caña a mano.
¿Tendrán mala memoria o miedo a perder lo que han
logrado?
Fuente: Primavera
digital
* Escritor
cubano residente en La Habana. Es Licenciado en Historia Universal por la
Universidad de La Habana y especialista en Historia de Cuba. Habla varios
idiomas. Tiene diez libros publicados en Freeditorial.com (Libros de e-MARO) y
más de otros treinta escritos inéditos, en especial novelas basadas todas en la
actualidad cubana. Se gana la vida como taxista independiente. E mail: eduardom57@nauta.cu
Que nadie se confunda respecto a Alberto González, Pastor Bautista de Cuba Occidental (ACBCOcc) y directivo de la Asociación Convención Bautista (ACBCOcc). El autor del mencionado libro, lo que describe, no es noticia desde hace mucho tiempo. Solo trata de quedar bien con todos; las víctimas y los victimarios.
ResponderEliminarEn este mismo Blog, Religión en Revolución, denuncie su participación y responsabilidad como directivo del Centro de Reflexión y Dialogo en Matanzas; organización pro castrista, sincrética y anticristiana. Sin lugar a dudas y de ninguna manera herirá la sensibilidad del sistema castrista.
Quisiera un ejemplar
ResponderEliminarSi
ResponderEliminarMe gustaría adquirir un ejemplar en pdf
ResponderEliminarDeseo bajar el libro para leerlo
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