No puedo
decirte quien eres ni quien deberías ser. J L Borges
En tiempos de absorbente comunicación y desinterés, sorprendido por un
tiempo que se acaba, asombrado por el quebranto y dispuesto de nuevo al
apremio; me encuentro, como he dicho, en este prolongado ocaso viendo cómo se
van propios y extraños; y es que hace
algunos días conocía de la muerte de mi buen amigo Rafael Zaldívar Valdovinos,
esto el día 7 de julio del presente año en la ciudad de Camagüey.
Muy enfermo, escamoteándonos la enfermedad y con la certeza de la
proximidad de la muerte, había llamado a su familia más cercana para que lo
llevaran hasta la ciudad de Camagüey donde aún reside parte de su familia, para
allá morir. Dejaba brevemente y para siempre la ciudad donde vivió gran parte
de sus 76 años, La Habana, ciudad que siempre le sedujo y busco contento en ella como pocos.
Conocí a Rafael Zaldívar en las reuniones semanales de la Unión Bautista de
Estudiantes Universitarios (UBEU) a finales de los 60’s. La UBEU era una
organización que fundada el 23 de agosto de 1949 que inauguró una moderna sede en los
50’s en la calle J # 555 muy cerca de la Universidad de la Habana y también
cerca del Centro Cristiano Universitario (metodista). Allí ya estaba
establecida la Iglesia Bautista W Carey que pastoreaba el Rev. Juan Francisco
Naranjo y su esposa Estela Hernández. Esta organización se reunía todos los
sábados en animadas y bien organizadas reuniones que se complementaba, por así
decirlo, porque también allí ese mismo día y una hora antes se reunía los
estudiantes de la Unión Bautista de Estudiantes Secundarios (UBESE). Deben de
imaginar el alcance de dos organizaciones de estudiantes reunidas en un lugar
céntrico de la capital en los espacios de una iglesia y donde asistía un
numeroso grupo de estudiantes no solo de las iglesias de la capital sino otros
tantos estudiantes de confesión bautista que estudiaban como becarios en La Habana.
Rafael Zaldivar Valdovinos |
Señalo todo lo anterior porque entre los años 60-70, en aquellos tiempos de
tormentas y temores, los jóvenes cristianos de confesión bautista y además
estudiantes universitarios tenían un espacio de encuentro, regocijo juvenil y
compañerismo poco usual para esos tiempos; y también…., porque se ha dicho que fue el escenario
propicio de encendidas confrontaciones lo cual es una exageración en sí.
Aquellas dos organizaciones, sobre todo la que agrupaba a los estudiantes
universitarios, establecían un programa que era muy actual y abordaba temas que
no se tocaban en las iglesias de dónde venían los jóvenes; asistí cada sábado
en la noche a programas de avanzadas consideraciones que promovían el diálogo y
el libre juego de la ideas en un país donde se establecía un régimen
totalitario. Fue en una de esas breves pero intensas conversaciones allí en la
UBEU donde conocí a Rafael Zaldívar.
Rafael era un joven alto, de expresión apacible y sincera; su mirada
reflejaba bondad y su frente amplia
inteligencia y capacidad. Era de esas personas que establecen una comunicación
inmediata y amable no excepta de comentarios directos y controversiales, y eso
me agrado. Por aquellos tiempos cursaba el segundo año de la carrera de
Medicina, en tanto que Rafael ya estaba por terminar la carrera de Licenciatura
en Lengua Francesa. Era usual entre los jóvenes universitarios en la UBEU que
le gastaran bromas a Rafael porque en realidad era su edad mayor que la media
de los que allí asistíamos, sobre todo porque el asistía incluso a los
programas de la UBESE.
Lo cierto es que desde aquel día comencé a visitarlo en su casa en lo que
era aquel pequeño apartamento de la calle Suárez 106. En aquel apartamento se
mostraba la estrechez y la acogida, para todos; pero sobre todo era el lugar frecuentado
para la conversación desenfadada e intensa. Allí fui las primeras veces a
conversar y acabe quedándome siempre que podía para comer y establecer mi
residencia aun cuando muy pocas veces dormía allí porque el espacio era sin
duda limitado; pero me consta que más de una persona en necesidad allí pernocto
más de una vez. Aquel era el lugar donde llegar, la referencia de un espacio de
plática ágil y sin fingimientos; no había allí frases altisonantes, palabras
soeces y carestías de conmiseración en lo que se trataba. Por allí pasaban
religiosos de todos los credos, intelectuales encumbrados y pobres diablos que
solo alcanzaban el anonimato, artistas, poetas malditos y otros menos malditos;
revolucionarios, disidentes, neutrales y no pocos menos neutrales. Exitosos
personajes y otros caídos en desgracias por múltiples causas; chivatos y
extranjeros, liberales, conservadores, moralistas y algunos no tan moralistas…,
en fin el muestrario de una sociedad cerrada en un espacio pequeño pero gentil.
En el año 1971 cuando Rafael ya había terminado sus estudios universitarios
y se desempeñaba como profesor de
Francés en el Instituto Pre Universitario de Guiñes y yo estaba pasando un periodo de trabajo
asistencial en Camagüey, fue que comenzó el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura. Con
las primeras informaciones que aparecieron en la prensa sobre este
acontecimiento, escribí a Rafael sobre alguna de mis opiniones y este en
respuesta me recriminó por escribir sobre estos asuntos por correo; de regreso en La Habana un mes después me encontré la
triste realidad de que Rafael había sido expulsado como profesor de Francés,
según me dijo, acusado de “proselitismo
religioso”, me dijo que le había
hablado a dos alumnos de religión.
Es de imaginar lo que representó esto para Nancy Valdovinos, su madre,
quien toda la vida se había identificado con las causas revolucionarias y había
trabajado arduamente en el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) o Partido Ortodoxo y vio llegar, como muchos cubanos llena de esperanzas,
la tan ansiada Revolución Cubana. Ella
como Rafael más que simpatizar eran, en el sentido exacto de la palabra y en
ese momento, revolucionarios. Entonces veían que aquella Revolución en la que
creían, independiente de su probada Fe cristiana; quien sabe bajo que oscuros
mecanismos ideológicos se hacía excluyente para ellos, echaba por tierra toda
una carrera universitaria y cercenaba la vida laboral y profesional recién
comenzada de Rafael . Nadie puede considerar hasta qué punto aquello les arruinó
y fui testigo y partícipe de tales
desdichas y tristezas, como nadie. No vi ni una sola muestra de compasión y
solidaridad para con ellos; ni en esta
ocasión ni en situaciones sucesivas futuras mostraron una lógica actitud de víctimas…, y
sí que lo eran. En tanto que Rafael buscaba algún trabajo para poder suplir a
la familia que incluía a un tío con serios problemas de salud y tratando de
esconder sus pesares, Nancy buscaba en sus recuerdos y escribía, como tantos
cubanos privados de algo a Celia Sánchez; también confió en Conchita Fernández, una mujer vinculada con el poder en Cuba y con quien trabajo
directamente cuando esta fue secretaria de Eduardo Chibás. Nunca obtuvo
respuesta alguna.
Coro Shalom en su última presentación después de participar en el Festival de la Diversidad en Minnesota (2012).
Rafael Zaldívar tercero de izquierda a derecha.
Nunca, en aquellos días azarosos y difíciles tanto para Rafael como para
Nancy, les vi apesadumbrado. Si bien la angustia no se les escapaba de sus
rostros, no escuche ni una sola queja ni
nada dicho con resentimiento o mostrando
aborrecimiento para con aquellos que
habían actuado de manera tan injusta. Terminado el servicio religioso de
domingo en la iglesia a la que asistía me acerqué al Pastor para decirle lo que
le había ocurrido a mi amigo Rafael…, "eso
le pasa por ser revolucionario” me dijo.
Poco tiempo después, Rafael logra un trabajo en una carpintería como
ayudante y se empleó en esto sabiendo que era la única forma de lograr alguna
solución para la situación insegura por la que pasaban. De ningún modo dejaba a
un lado tantas actividades a las que le dedicaba no poco de su tiempo y
entusiasmo; recuerdo un amigo común que le dijo a Rafael que lo único que le faltaba era anotarse en un curso de bandurria.
La iglesia era para él importante y se iba hasta el Reparto de los Pinos donde
asistía a la Iglesia Bautista Nueva Jerusalén, la misma que le conocía de su consagración
desde niño. Nadie como Rafael para conocer y disfrutar del ambiente cultural de
La Habana en cualquier tiempo; prefiriendo por sobre todo las actividades
teatrales a las que frecuentaba sin demora;
conservó por mucho tiempo todos y cada uno de los programas de las obras
de teatro a las que acudía con anotaciones incluidas. Su dedicación mayor era
al canto coral dentro y fuera de la iglesia lo que fue su principal actividad
hasta su muerte. Aun cuando había terminado los estudios de Lengua y Literatura
Francesa y conocía y gustaba de la enseñanza, no dejo en ningún momento de
aprender y sumar uno y otro idioma a su creciente acervo en conocimientos de
lingüística; todo esto a pesar de que las circunstancias lo habían llevado a
ser un simple peón de carpintería; nunca lo escuché quejarse de su torcida
situación.
Nunca se limitó a relacionarse con extranjeros, a pesar de que esto no era
bien visto por el régimen por aquellos tiempos; su natural tendencia a la
conversación amable y su conocimientos del idioma francés y del inglés le
permitían establecer una comunicación de inmediato con los extranjeros que, aunque escasos, se veían deambular por
La Habana. Tenía una pequeña libreta donde anotaba nombres, direcciones y
teléfonos incluyendo extranjeros radicados
en La Habana. La libretica alguien la
revisó en el taller de carpintería donde trabajaba y a los pocos días fue
expulsado con la misma inquina con que fue obligado a dejar su trabajo de
profesor de francés por parte de las autoridades del Ministerio de Educación.
Pero faltaba lo peor…….,
En el año 1959 la sociedad cubana no solo fue sorprendida por un cambio de
gobierno producto de una revolución armada sino por todo un cambio que movió y distorsionó
todos los cimientos de la nación. A pocos días de la victoria y defenestrada la
dictadura, el pueblo se vio sumido en un entusiasmo que lo llevó a apoyar una
naciente revolución que se estableció mediante una lucha armada, no tan cruenta
como no la muestran, pero violenta en sí. Pronto el miedo y el poder se
consolidaron sobre un montón de cadáveres y una ideología totalitaria y una
práctica del poder basada en la represión y el miedo se apodero de las
conciencias, creando una estructura tal que nos acercó a una tiranía de la cual
fuimos colaboradores y víctimas propiciatorias. La Iglesia como tal no estuvo
ajena; pero la certeza de que vivíamos
en una dictadura y que esta no nos era ajena no fue del todo considerada;
preferimos las ideas de que había un lugar y un margen de sobrevivencia y
testimonio de lo cristiano en el escenario que predeterminaba la revolución…,
avasalladora y triunfante.
Creímos, que solo era posible una lectura de compromiso social del cristiano
y de lo cristiano para ser parte de una revolución que tenía ya a sus enemigos
pero que estos no tenían por qué estar dentro dela Iglesia; a pesar de las persecuciones contra la iglesia, las depuraciones (en la universidad), la UMAP, y el estalinismo tropical de la vida cultural y
educativa de la nación. A los cristianos nos tocaba ser parte de un sistema que
podía asfixiarnos en un abrazo desesperado por transitar el compromiso político
atemperado a los principios sociales de las prédicas y prácticas bíblicas,
sobre todo neo testamentarias.
En este contexto la iglesia cristiana y la iglesia bautista se movía en un
estado de crispación, con eventos que suponían enfrentamientos e intolerancias.
Un grupo de jóvenes preocupados por lo que debía ser el testimonio en tales
circunstancias y apremiados por el contexto casi obligado de militancia
política que nos absorbía, consideraron que una lectura sobre la
responsabilidad social del cristiano podía explicar y mostrar lo que de justo
tenia también los principios sociales de los evangelios.
Rafael formaba parte de este grupo dentro de la iglesia Bautista, pero
también se hacía evidentes estas inquietudes dentro del movimiento ecuménico y
de algunos grupos que formaban parte de la iglesia católica cubana. Fue dentro
de la Iglesia Bautista que se organizó y se llevaron a término el Primer Campamento sobre la Responsabilidad
Social del Cristiano y un año después tuvo su segunda edición. Al termino del
primero, un encuentro en una Iglesia Bautista de La Habana fue un evento que
resultó interesante y comprometedor; la asistencia fue tan variada que mostró
la posibilidad de que un diálogo dentro de la iglesia bautista era posible. A
todo esto siguió, declaraciones, publicaciones y eventos compartidos con otras
organizaciones e iglesias.
Entonces sucedió lo inesperado. Rafael Zaldívar nunca abandonó su consagrada
entrega a su iglesia de la cual era
miembro, la Iglesia Bautista Nueva Jerusalén en el barrio de Los Pinos; y fue
allí, por iniciativa de su pastor el Rev. Antonio Pérez Ravelo, que fue
expulsado sin mediar una decisión congregacional y argumentándose de manera
festinada que se hacía por su condición de “revolucionario”.
Esto ocurrió por el año 1974, y constituyó para Rafael, su madre también
miembro de aquella iglesia y sus amigos y hermanos en la Fe una noticia
dolorosa. Si las anteriores expulsiones fueron lamentables y les ocasionó muchos
desgarros, esta última, la expulsión de la Iglesia fue una tragedia de la cual
nunca se recuperaron.
Revertir la decisión del Pastor era imposible; pero que los miembros
pidieran una revisión de tal decisión si era posible y esto buscamos. Con premura
redactamos una carta en términos sencillos y fraternales en el mejor espíritu
cristiano y nos fuimos para Los Pinos con una buena cantidad de esas cartas y
la intención de hablar con algunos de los miembros de la Iglesia. Solo
visitamos dos familias a los que les explicamos y le dejamos la carta; no
intercambiaron palabras algunas, otras dos familias o no estaban o no abrieron
sus puertas…, para terminar nuestra gestión, desanimados, fuimos a la iglesia y
dejamos allí el resto de las cartas. Nunca hubo una repuesta. La expulsión de
Rafael Zaldívar de la Iglesia era un hecho consumado. Esta vez no había sido
porque era “religioso” o “se relacionaba con extranjeros” sino por
ser “revolucionario”. Alguien en tono
de broma le dijo a Rafael, para quitarle tensión al momento, que no se preocupara que cada vez menos
personas querían estar en la Iglesia. Por aquel tiempo Rafael era uno de
los 6 754 miembros de las iglesias bautistas de la región occidental del país y
lo echaron de una de ellas; pero era allí donde él quería estar, su fidelidad a
su iglesia era algo incuestionable. Rafael tenía un cabello negro y ondulado,
después de estos años liosos entre el 1971 y 1975 su cabello se hizo gris,
encaneció en un tiempo corto; porque eso hace los sufrimientos, envejecer.
Era apremiante que Rafael tuviera una iglesia donde congregarse y todo
indicaba que otras iglesias bautistas no iban a contrariar la decisión del
Pastor Pérez Ravelo; fue ahí donde una discreta indagación condujo a la
posibilidad de que la membresía de Rafael Zaldívar para la Iglesia Bautista
Bethel en Miramar, fuera aceptada. Rafael fue miembro activo de esa Iglesia
desde los años 70’s hasta su muerte.
Por estos tiempos viajó a Europa en una jornada que siempre recordó, sería
su primer viaje al exterior y conoció a España, Francia y Suiza; fue como un
bálsamo refrescante después de tantos tropiezos y canalladas.
Un día se encontró, caminando por La
Habana como solía hacer, a un ex condiscípulo de la Universidad que le hablo de
un proyecto para poner a funcionar una
Escuela de Idiomas adjunta al Ministerio
de Salud Pública (MINSAP); sin mayores problemas acepto incorporarse al claustro
de profesores de esta institución recién creada donde trabajo hasta su retiro.
Solo que…, los canallas y miserables no tenían tiempo para el sosiego, faltaba
algo peor.
El 1 de abril del 1980 comienza la crisis o el éxodo del Mariel, su antecedente fue
irrupción de miles de cubanos en la Embajada del Perú en La Habana. El éxodo
ocurrió entre abril y octubre del 1980 y llevo a los Estados Unidos más de 125
mil cubanos. Pero todo no fue tan simple, una oleada de represión, acoso e
intimidación sacudió toda la isla; miles de cubanos, familias enteras fueron
víctimas de los ruines actos de repudio que mostraban al desnudo cuanto de vil y miserable puede
ser el comportamiento de las así llamadas masas
enardecidas que atacaban a los que buscaban abandonar el país. El asunto se
reducía a atacar, en todos los sentidos, a aquellos que entraron a la Embajada
del Perú, esperaban por los familiares que venían a buscarlos de los EEUU o
mostraban una clara disposición a salir del país en aquel puente del Mariel.
Los enemigos eran sin dudas los que querían abandonar el país y con ello
menguar el elevado proyecto revolucionario.
En pleno apogeo de esta crisis, Rafael Zaldívar recibió la visita de uno de
sus compañeros de trabajo, profesor como el de la Escuela de Idiomas; este le
hablo directamente y le pidió de forma encarecida que no fuera al día siguiente
a su centro de trabajo; como es lógico Rafael le preguntó la razón y este no
quiso darle más datos pidiéndole una y otra vez que no fuera. Rafael hizo caso
omiso de aquello y al día siguiente se presentó a trabajar como venía haciendo
siempre y como era habitual en un buen trabajador que disfrutaba de su trabajo;
allí le esperaba un acto de repudio que no supe nunca en qué medida se produjo,
pero el resultado inmediato fue la separación de su centro de trabajo. Esta vez fue una
injusticia que no tenía explicación alguna, porque él seguía siendo el mismo
que simpatizaba con la revolución y nunca había pasado por su mente salir del
país. Esta vez, catalogado cómo “escoria”,
veía de nuevo esfumarse su vida laboral y su
probada dedicación profesional. Como mantenía siempre una actitud digna
guardo silencio, lo que no hicieron muchos que conociéndole no podían admitir
tal canallada.
Meses después, cuando las aguas volvieron a su nivel, fue incorporado a su
mismo puesto de trabajo. Por ese entonces yo vivía con mi familia en Holguín,
pero en uno de mis viajes a La Habana pude conversar con él sobre tan
embarazoso asunto. Nada me dijo de cómo fue su inesperada separación y si fue
un acto de repudio como se venían ejecutando. Ante mi insistencia me aseguró
que todo se debía a algunas personas
envidiosas y mal intencionadas que
no entendían por qué le llamaban constantemente de la oficina del Ministro
(MINSAP) para servir de intérprete cuando venían delegaciones de alto nivel de
países francófonos. Seguí sin entender. Finalmente me dijo que la decisión de
reintegrarlo al trabajo vino por una visita formal de Sergio Arce Martínez a las Oficinas de José Felipe Carneado, donde le fue planteado a este funcionario la situación
e injusta separación de que había sido víctima. Años después el Rev. Raúl Suarez me aseguró, que
uno de sus mayores logros en materia de Derechos Humanos había sido el lograr
la reincorporación de Rafael a su trabajo.
Antes de continuar quiero referirme a dos anécdotas que Rafael me contó en
uno de mis viajes a La Habana a finales de los 80’s. Nancy tenía un viejo radio
que había comprado a comienzo de los 60’s y no funcionaba; un día se empeña en
arreglarlo y un compañero de trabajo de Rafael se brinda para traer un técnico de radio y así lo hizo. El
radio comenzó a funcionar bien pero unos días después tenía ruidos muy extraño.
Esta vez Rafael buscó la ayuda de un ingeniero electrónico de confianza que trabajaba de manera
ocasional en una iglesia bautista cerca de su casa. Este comenzó a revisar el
radio y en un momento le pidió a Rafael y a Nancy que no hablaran, siguió su
trabajo, lo detuvo y le pidió a Rafael que salieran al pasillo exterior. Para
asombro de Rafael este le dijo que el
radio tenía instalado un micrófono de escucha que iba a retirarlo de inmediato y destruirlo.
Unos días después el compañero de trabajo de Rafael y el “técnico” de radio llegaron para
“revisar” de nuevo el equipo
pero él no lo permitió; meses después se encontró al “técnico” y este le evadió. Esto sucedió según me dijo Rafael a
finales del 1977. No sé cuánto hay de cierto o fabulación en esto; pero de lo
que si estoy seguro es que si algún lugar en La Habana era conveniente para los
oscuros propósitos… de instalar un mecanismo de escucha era en aquel
apartamento.
También me conto Rafael que un día vinieron a su trabajo unos funcionarios
y le dijeron que debía comenzar a enseñar idioma Francés a una persona en
particular para lo cual debía de establecer un horario diario de una o dos
horas , las clases serian personales y con absoluta privacidad. En la primera
clase fue que conoció quien era el alumno, se trataba de Carlos Lage Dávila,
quien fuera Vice Presidente del Consejo de Estado. Le enseñó por casi un año…
¿aprendió? le pregunte y me contesto: muy bien.
En los años siguientes Rafael
Zaldívar desempeño su trabajo como bien hacía, siempre dedico tiempo a su
Iglesia y participo durante años en el Coro Shalom. Esto último lo llevo a múltiples viajes al exterior.
Nunca dejo de ser el amigo sincero de buenas intenciones que mostraba un respeto y aprecio sin
reservas.
De regreso a La Habana, retomamos una relación afectada por las distancias.
Cuando en el año 1992 fui detenido y en múltiples ocasiones citado por la
policía política, fui de inmediato a su casa y le explique la situación a fin
de no comprometerlo con mi amistad. Me dijo sin equívocos: siempre has venido a esta casa y siempre has sido un amigo leal, quiero
que sigas viniendo a conversar porque nada puede suprimir esta amistad de
tantos años. Todos los domingos después del servicio de la Iglesia
almorzábamos juntos y dedicábamos buen tiempo a las conversaciones que tanto
disfrutaba. Nunca supo que la policía política me había amenazado con que
harían un registro a su apartamento, “el
de la viejita que usted visita” me dijeron.
Pude saber en la forma discreta pero directa con que decía las cosas, como impidió
que alguien, manipulado por la policía política, progresara en su intento de
intimidarme en tanto que a otro miserable lo detuvo sin más cuando intentó
atacarme con infames calumnias.
Cuando un amigo se va se detienen los caminos, en realidad los caminos se hicieron estrechos cuando deje la Habana y fui
a trabajar al oriente del país; fue entonces que no hubo más conversaciones.
Cuando fue posible nos escuchamos y compartimos, cuando nos necesitamos nos
encontramos. Compartimos sobresaltos y tristezas, algunas alegrías y la
necesaria paz que da una Fe compartida y unas ideas marcadas por la virtud y el
enojo.
Siempre entendí que realmente éramos amigos. He hice lo que todo amigo
hace, agradecer a Dios por una amistad tan prolongada como intensa. Gracias por
haber sido mi amigo.
En soledad e insania pasó sus últimos tiempos sin que pudiéramos
comprenderlo todo; ya no lo vamos a hacer. Ni preferimos solo recordarle;
cuando llegó el momento de dejarnos sé que falto una mano que estrechara su
despedida, fue la mía…., lo siento. El amigo estaba distante y cansado, el
amigo es el vencido.
Cuando todos se han ido… ¿por qué pensar que el amigo
llega? Es así de cierto. ¿Será que han llegado las horas de conjurar esas
amistades equívocas que vienen en horas de la noche a turbar el sueño del
vencido?..................., En cuanto a dar la bienvenida a los nuevos amigos
o amigas. Ya se hace tarde; se ha acortado demasiado el tiempo. Al vencido le
faltan los amigos, si estos vienen, solo les digo que no se demoren; porque los
amigos verdaderos suelen llegar tarde.
Tú en cambio fuiste el amigo bueno y
espléndido que nunca llego tarde.
Fort
Worth, TX. 30 de Julio 2016©
Nota del Editor:
ResponderEliminarPublicado este artículo , un lector que fue miembro de la Iglesia Bautista Nueva Jerusalén , ahora radicado en los EEUU, nos aclara que en ocasión de la celebración del Aniversario 100 de esta Iglesia, asistió Rafael Zaldívar y participó; habló y canto en una de esas actividades. Agrega la fuente: …., “los miembros bajo el pastorado de Abel Valdés conocimos lo que ocurrió con el hermano Zaldívar y nosotros, los miembros nuevos, que no estuvimos en esa época le pedimos perdón a nombre nuestro y de la iglesia aunque no tuvimos que ver nada con ese suceso”.
Siendo como fue un acto de desagravio en el mejor espíritu cristiano, incluimos esta nota en los comentarios.
Emotivo articulo. Conoci a Zaldivar siendo una adolescente en la Iglesia de Luyano. Era muy amigo de Manuel Varela y el Pastor Jose Lopez. Si mal no recuerdo y nos ayudo en una Cantata de Navidad. Hombre fino, muy educado, me parecia un Quijote moderno. Mi familia lo apreciaba mucho.
ResponderEliminarGracias por tan sincero articulo, las verdades no deben callarse, tambien de ellas daremos cuenta. Mi esposo y yo siendo muy jovenes conocimos a Rafael Zaldivar en la iglesia de Luyano.Y cantamos una cantata de Orestes Aguilera donde el hacia de uno de los magos,mi esposo hizo otro de los magos y otro hno el tercero. Su voz era fina y melodiosa, y su porte como de un noble de alguna historia antigua. Era un gran conversador y siempre te buscaba para saludarte, amable y educado.La noticia de su muerte me dio tristeza y recorde viejos tiempos. Ya que mi esposo partio con el Senor hace dos anos. Si el hubiera estado lo hubiera lamentado tambien pues compartieron la musica que ambos los hacia felices.
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