Senderos que se bifurcan
Algunas personas, tanto cubanas como extranjeras, insisten en pedirle
a importantes centros de poder en el mundo que desestabilicen al gobierno
cubano, tomen medidas que pueden dañar fundamentalmente al pueblo de la Isla, y
contribuyan a imponer en el país un modelo socio-económico-político que ha
demostrado tener luces, pero también grandes sombras, sin discernir y
consensuar seriamente la manera de atenuar estas últimas.
Cuba tiene muchísimo que cambiar, pero los protagonistas de esos
cambios no pueden ser los centros de poder de ciertos países fuertes e
influyentes. Cuba tiene muchísimo que cambiar, pero todo indica que la
generalidad de los cubanos no desea un cambio al estilo del ocurrido en
muchísimos países de Europa del Este. La inmensa mayoría de los cubanos no
pretende que el país se enrumbe hacia el destino de esa parte del mundo, ni que
nuestros cambios sean por medio de una metodología similar a la aplicada allí.
Ciertamente merece gratitud que personas e instituciones de otros
países se preocupen por la crisis que padecemos, hagan las críticas que
consideren pertinentes y brinden consejos acerca de cómo deberíamos conducir la
nación para conseguir un mayor desarrollo social, económico y político. Sin
embargo, la mayoría de los patriotas cubanos, que abundan en buena parte de
nuestra actual diversidad política, anhelan que lo hagan actuando como amigos
que nos acompañan y no como jueces que nos condenan, ni como conspiradores que
estén dispuestos a llevarnos hacia destinos inciertos, que no emanen de la
voluntad expresa del pueblo.
Esto último puede parecer una utopía, porque siempre han existido, y
existirán, los intereses ideológicos, políticos y económicos; y tal vez jamás
se renuncie a tratar de imponerlos, por la fuerza o subrepticiamente. No
obstante, está comprobado igualmente que han existido y existen personas e
instituciones que -sin renunciar a sus preferencias ideológicas, políticas y
económicas- son transparentes y procuran que sus criterios e intereses
participen por medio de un entendimiento y un acuerdo que ofrezca estabilidad a
todos.
Por otro lado, para que esto sea posible se hace imperiosa una
evolución política que sea capaz de ampliar el proceso de apertura entre cubanos
con pensamientos patrióticos disímiles. Es necesario que juntos, y con una
intensa participación del pueblo, podamos cincelar el presente modelo social,
con el propósito de adecuarlo a las demandas vigentes de la nación, sea un
producto real de la voluntad general y se evite así que otros -en algún
momento, aprovechando determinadas circunstancias- logren imponer un nuevo
modelo que responda a intereses parciales y hasta puedan pretender secuestrar
al país.
Para ello resulta obligatorio que la política oficial continúe
evitando rigideces. Realmente pueden existir fundamentos que justifiquen
ciertas inflexibilidades, pero a esta altura de la historia una hipertrofia de
las rigideces puede precipitar al país hacia el abismo. Se hace ineludible que
el Estado, el gobierno y el Partido Comunista, se dejen interpelar por los
criterios y proyectos, nuevos y patrióticos, que abundan dentro y fuera de sus
filas, estén dispuestos a darles protagonismo, promuevan una síntesis de todas
esas ideas, y faciliten el rediseño de nuestra República.
La revista Espacio Laical puede ser vista en www.espaciolaical.net y adquirida en el
Centro Cultural Padre Félix Varela, Tacón s/n entre Mercaderes y Chacón. La
Habana Vieja, La Habana. CP 10100.
CRÉDITOS: Equipo de redacción: P. Yosvany Carvajal, Roberto Veiga y
Lenier González
Este editorial es una pena y una ofensa al pueblo cubano.
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