Por Dr. Eloy A González.
Con frecuencia encontramos en los temas relacionados
con las misiones y La Gran Comisión que no es he dada, novedosas
interpretaciones que crean ,si no dudas, al menos cierta confusión. Pero asentimos con
la Palabra que nos afronta y es estaque se encuentra en Mateo
28: 16-20 :
16 Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al
monte donde Jesús les había ordenado. 17 Y cuando le vieron, le adoraron; pero
algunos dudaban. 18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es
dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas
las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Veamos las interrelaciones que pueden coexistir en el
mandado de “id” …, y las dedicaciones que pueden coexistir en llegar al hombre
maltrecho. Es así como las prácticas de atención médica y el cuidado de la
salud - en o relacionadas con las indicaciones que hace Jesús a sus discípulos-,
pueden ser consustanciales a su mandato o ser parte del interés de los que
confiesan una común Fe en nuestro Señor Jesucristo para ir y cuidar, y en
esencia amar al prójimo. Tal y como se expresa o se enseña en La Parábola del
Buen Samaritano.
El cuidado de la salud es un asunto magnánimo y
complejo. Pero nuestra Fe nos provee de los instrumentos necesarios como para
desafiar esto. La Palabra permite asumir los retos para el cuidado de la salud
como prerrogativa del amor al prójimo en estos tiempos que nos desafían.
Dios habita en todos nosotros y cada hijo de Dios lleva la luz del Altísimo [1ra de Timoteo] .
Es por eso por lo que ,el servir a los demás, es servir a Dios. Y no hay mejor
manera de servir a los demás que asegurar que disfruten con la mejor salud
posible. Nosotros como cristianos afirmamos que la vida, dada por Dios, es
sagrada. Su cuidado, el protegerla y asumir nuestra corresponsabilidad es
también nuestra tarea.
El cuidar la salud de los demás es el amor cristiano
en acción. En Tesalonicenses, recibimos este llamado: “confórtense
(aliéntense) los unos a los otros, y edifíquense el uno al otro, tal como lo
están haciendo” (1 Tesalonicenses 5:11). En tales dedicaciones conviene
también edificar a los demás en lo
espiritual .
Existe una profunda convicción en el cristianismo: en
el inicio está la relación. Cuando Dios crea al hombre lo hace para relacionare
con el creador y con sus semejantes. No creo Dios el hombre para la soledad
sino para elegir por sí mismo relacionarse. Todos nacemos en una red humana de
interdependencia, ayuda y afecto y sin ella, nos morimos o, en el mejor de los
casos, no logramos alcanzar la condición humana completa.
En el empeño puesto por los misioneros que asumen las
prácticas en el cuidado de la salud y la edificación espiritual de aquellos que
ya son objetos del amor de Dios, esta todo el contexto de La Parábola del Buen
Samaritano.
1º. Ver o mejor mirar al herido, en lugar de mirar
para otro lado como sin duda a todos “nos pide el cuerpo” ante el dolor,
la pobreza, la angustia, la enfermedad…
2º. Pasar eso que hemos visto por el corazón, es
decir, pasar del ver al conmover. Aquí nos ayuda la sabiduría popular: “ojos
que no ven, corazón que no siente”.
3º. Pensar con la cabeza y actuar con las manos
practicando los primeros auxilios que precisa una situación de urgencia.
4º. Llevar al herido a la posada, esto es, caminar
para buscar la respuesta estructural, política y profesional, que va más allá
de la asistencia personal o de emergencia.
Las palabras de Jesús recogidas en los Evangelios son
y siguen siendo para los cristianos provocadoras; un reto para actuar y una
promesa para encontramos con Él. Nuestro Señor Jesucristo indicó que no es posible encontrarnos con Él
sino en el hermano lastimado y en situaciones extremas. Sus palabras no admiten
ninguna duda: “Cuanto hicisteis a uno de estos de mis hermanos pequeños, a
mí me lo hicisteis” (Mt 25, 31-46).
Clínica Ágape internacional en Felipe Carrillo Puerto QR, México Zona Maya
En este punto voy a dar un giro brusco a lo que hoy comparto con ustedes. Para citar algunas ideas de la destacada y controversial líder adventista que tanto aportó con sus estudios al tema del cuidado de la salud, me refiero a Ellen G. White en su libro “El Ministerio Médico”
Cristo
está ante nosotros como el Hombre modelo, el gran Médico Misionero: un ejemplo
para todos los que quieran seguirle. Su amor puro y santo bendecía a todos los
que entraban en la esfera de su influencia. Su carácter fue absolutamente
perfecto, libre de la más mínima sombra de pecado. Él vino como la expresión
del perfecto amor de Dios, no para aplastar, no para juzgar y condenar, sino
para sanar todo carácter débil y defectuoso, para salvar a los hombres y las
mujeres del poder de Satanás.
Jesús
hace a todos la invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de
mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”.
Cuando
todos nuestros médicos misioneros vivan la vida renovada en Cristo Jesús, y
tomen sus palabras con el significado de todo lo que Cristo quiso que
significaran, habrá una comprensión mucho más clara y abarcante de lo que
constituye la obra médica misionera genuina. Y, no obstante, esta línea de
trabajo puede entenderse mejor cuando se la práctica con sencillez.
Nuestros
obreros médicos misioneros deben elevarse a alturas que puedan ser alcanzadas
sólo por una fe viviente y activa. En este tiempo de nuestra historia, los
hombres que están a la cabeza de la obra no deben permitir que prevalezca una
confusión sentimental con relación a lo que en realidad se debe esperar de los
misioneros médicos que son enviados por Dios. Debe haber una comprensión más
definida y clara de lo que abarca la obra médica misionera. Los que desean
honrar a Dios no mezclarán los planes de política mundana con los planes del
Señor para tratar de lograr los resultados que Dios ordena que esta obra
alcance...
Se
necesitan instituciones de salud donde se realice una obra médica de éxito. El
más alto objetivo de los obreros de estas instituciones debe ser la salud
espiritual de los pacientes. Puede hacerse una obra evangelística exitosa en
conexión con la obra médica misionera.
Por último, se ha tratado de mostrar el trabajo de las
misiones médicas, con énfasis en la evangelización, como un mecanismo
proselitista que desvirtúa la esencia del servicio al prójimo. Nada más lejos
de la realidad. Hoy en día, la palabra [ proselitismo] se utiliza a menudo en sentido peyorativo
para estigmatizar la actitud de quienes ponen en marcha toda una estrategia
para convertir al mayor número posible de personas -de buena o mala gana- a sus
creencias.
Hay un propósito distinto. La diferencia esencial
proviene del hecho de que la evangelización no pretende en primer lugar
persuadir a alguien de la excelencia de una doctrina. Lo que busca es hacerle
encontrar al Cristo vivo, presente en medio de su Iglesia. Los que evangelizan
intentan ayudar a descubrir algunos aspectos de la Buena Nueva que Jesús vino a
revelar. Además, intentan mostrar por qué creen que Él es verdaderamente su
Salvador y Señor.
Recientemente visité y fui parte del empeñó puesto por
la Clínica Ágape Internacional en la Zona Maya. Mi esposa y yo esperamos seguir
colaborando con este u otros proyectos que se deriven de mis reflexiones y
nobles dedicaciones. Le pido pues al Señor fortaleza y determinación para dar
los pasos necesarios. Dios tomara control de todo.
Conclusión:
La enfermedad siempre tiene un rostro, incluso más de
uno. Esa cercanía al enfermo y su vulnerabilidad brinda apoyo y consuelo a
quien sufre. Como cristianos también vivimos la “projimidad” como
expresión del Amor del Señor, el siempre buen Samaritano [Luc. 10:30-35] que en
su inmensa misericordia y bondad se acerca al hombre lastimado por la impiedad.
Unidos a Él por la acción del Espíritu Santo, estamos
llamados a ser compasivos como el Padre y a amar, en particular a los hermanos
enfermos, débiles y que sufren . Acompañando al Señor en esta cercanía de
servicio. Mancomunados con otros que comparten una común Fe, podemos ser parte
del milagro del amor fraterno en Cristo que genera una comunidad de servicio
capaz de sanar y que no abandona a nadie.
Con el lenguaje y los hechos inclusivos del amor hace
los más frágiles y lastimados; apostando por los trabajados y cansados que
encontramos en el camino. Donde nunca
faltan los desdichaos , quebrantados y menesterosos.
Siempre tengamos lista una palabra de consuelo, una mano tendida y una pronta decisión para servir.
marzo 10, 2024
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