Por: Lissette Olivares Suárez.*
Este es el nombre de una
página en Facebook creada para exaltar los beneficios que dicen tiene la
propuesta de Código de las familias en nuestro país. Coincido con la frase porque ciertamente es
un tema del que se habla ampliamente en estos días. Sí, el Código suena.
Pero en lo que no coincido es en el tipo de sonido que
hace. Para los que lo exaltan, ponderan, y si pudieran impondrían, suena a
aplausos por los logros. “Seremos un país inclusivo, adaptado a los tiempos
que corren”, nos dicen. Pero basta con mirar la historia para darnos cuenta
de que este sonido es temporal y que la algarabía que antecede al momento de la
decisión en urnas puede cambiar una vez se conozcan los resultados.
No dudo que, si el resultado fuera positivo, por un
tiempo aumenten la algarabía y los discursos victoriosos; pero me pregunto ¿qué
pasará cuando las realidades aprobadas se hagan patentes? ¿Qué pasará cuando
nazcan menos niños de los que nacen hoy en este país, donde la natalidad es
extremadamente baja? Y si se aprueba sucederá, porque el aborto será algo que
se reiterará una vez más, amparados en lo que se considera como el “derecho de
la mujer sobre su cuerpo” (¿la criatura en el vientre no tiene ninguno?). ¿Qué
pasará cuando haya menos matrimonios entre un hombre y una mujer?
No hay que ser científico para saberlo. Un pequeño de
siete años de la Escuela Dominical, a mi pregunta de por qué creen que Dios
hizo hombres y mujeres, me dijo muy seguro: “para que nazcan niños”. Si
siguen los abortos y los matrimonios son entre personas del mismo sexo, se
necesitarán los vientres solidarios (negocio muy lucrativo en otros países…)
para tener los propios, o la adopción, ¿de los hijos de quién si nacen menos
niños cada vez?
¿Qué pasará en un país de donde la juventud emigra en
masas, que envejece aceleradamente y donde la familia va a ser la máxima
responsable de sus ancianos (principio bíblico que no habría que legislar si se
obedeciera)? ¿Qué pasará cuando los padres experimenten que “el bien mayor
de sus hijos” va a ser cualquier cosa que estos o personas ajenas crean que
es y ellos no podrán decidir sobre sus pequeños o adolescentes? ¿Qué pasará
entonces? ¿Cuál será el sonido que se escuchará? Basta mirar los países que ya
han aprobado todas estas cosas y veremos a dónde nos llevará la aprobación de
este Código tan sonoro. De aprobarse nos arrastrará a una total decadencia
social y moral de consecuencias incalculables.
Hoy el Código suena, para muchos, a beneficios. Si se
aprueba, a las generaciones que nos sucederán, les va a sonar al arrastrar de
palas de los enterradores de lo que fue un país que temió a Dios y hoy se aleja
cada vez más aceleradamente de Él. La historia demuestra que a nadie que se
aleja de Dios le va bien.
Tú y yo somos responsables de hacer valer nuestro derecho
al voto. La decisión de cómo votar sin dudas es individual (al menos así
debería ser, a pesar de la furibunda campaña por el Sí). Sin importar si tienes
fe en Dios y esto es tu norma de vida, o si no la tienes, sabe que lo que
decidamos sonará para el futuro de todos.
De ti y de mi depende si realmente serán sonidos de victoria a favor de
lo que Dios prescribió, y que es ampliamente probado que funciona, o serán
lamentos fúnebres ante lo ya inevitable.
Hagamos sonar el Código yendo a votar y conscientes de
que lo que decidamos nos afectará a todos en el presente y en el futuro. Seamos
responsables de provocar un sonido que valga la pena, porque permanezca para
bendecir a Cuba en el presente y en el porvenir.
Fuente: Facebook
* Estudió Licenciatura en Teología en FLET. Trabaja en
Iglesia Evangélica Misionera en Palatino, Cerro. La Habana
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