Un grupo de masones cubanos está compartiendo una
carta anónima de algunos de sus miembros para pedir un diálogo con el Gobierno
y recuperar derechos humanos básicos como la libertad de expresión, de
movimiento y religiosa.
Como es usual en este Blog, aun cuando los masones en
Cuba no son una denominación religiosa, pero si son considerados como una
organización fraternal atendida por la Oficina de Asuntos Religiosos; incluimos
la carta, a la que se hace referencia, completa a continuación:
IPH. José Ramón Viñas Alonso.Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba.
GIGO. VH. Rogelio Ibáñez Cabodevilla.Gran Decano de la Meritísima Asociación de los Veteranos Masones.
Sra. María Elena Reyes. Gran Gentil Mentora de la
Orden Hijas de Acacia.
VH. Noel Cárdenas Hernández. Presidente de la Cámara
Auxiliar Nacional Ajefista.
A todos los Masones, Hijas de Acacia y Ajefistas de
Cuba.
Sean las primeras líneas portadoras de un fraternal
saludo.
Antes que nada, se impone ofrecer felicitaciones a
todos los Masones cubanos con motivo de las celebraciones por el Aniversario
161 de Fundación de la Gran Logia de Cuba de A. L. y A. M., lo que sin dudas
inspira júbilo y alegría para todos los que nos honramos de pertenecer a ella;
pero tras una revisión simple a esa historia de la cual estamos tan orgullosos,
nos quedan entre pecho y espalda encontrados sentimientos que vienen a motivar
estas líneas, dado el hecho de que resulta antagónica con la realidad que hoy
vive la “Institución Orgánica de la moralidad” en Cuba.
Por estos días la Nación se ha visto envuelta en
situaciones muy peculiares, pudiendo calificarse las mismas como “INEDITAS”
en los últimos 60 años. Un grupo numeroso de Artistas, intelectuales, juristas
y pueblo en general levantan su voz para demandar del Gobierno el
reconocimiento de derechos tan básicos como la libertad expresión, la
independencia económica, garantías jurídicas y participación plena en los
destinos de la República a partir de un sistema democrático e inclusivo en el
orden político y social.
Es conocido que todo cuanto huele a política activa en
nuestras mentes un automático sistema de defensa cuyo núcleo radica en ese
malinterpretado Antiguo Limite, bien cubanizado, que sentencia: “La
Masonería no se mezcla con cuestiones políticas ni religiosas”. Sin
embargo, la cuestión es que no estamos hablando de “POLITICA”, estamos
hablando de “PRINCIPIOS”.
La Masonería, desde el momento mismo en que
solicitamos ingreso a sus Templos, nos impone como regla inquebrantable el “Ser
un hombre libre y de buenas costumbres”, mas no es libre aquel que no puede
decir lo que piensa y siente, porque en caso de hacerlo es tratado como
delincuente.
No puede considerarse un hombre libre quien no tiene
la posibilidad de ser escuchado, de decidir los destinos de su familia, que
educación desea para sus hijos, o sencillamente decidir dónde quiere vivir o
morir.
No pueden considerarse los Masones cubanos como
hombres libres cuando no pueden decidir los destinos de la propia Orden, ya que
se les regula y fiscaliza sus Libros de Actas, acuerdos y finanzas, las mismas
que con tanto sacrificio quitan de sus bolsillos y no dan a sus familias para
ponerlo a disposición de la Fraternidad.
No son los Masones cubanos Libres cuando tienen que
solicitar “PERMISO” a una organización política para rendir homenaje a
nuestros propios Hermanos o sencillamente reunirnos.
No somos libres porque durante 60 años y a golpe de
expropiaciones, multas, clausura de Logias, difamación de sus miembros y
manipulación mediática; se ha relegado a la Orden a un aislacionismo brutal
como forma de control, haciendo de nuestros Talleres verdaderos Clubes sociales
donde prima la hipocresía del silencio.
Que levante la mano aquel masón no ha visto con sus
propios ojos como las Logias se caen a pedazos mientras el Ministerio de
Justicia y Departamento de Asuntos Religiosos y Fraternales del Partido diluyen
en trabas burocráticas el acceso a los medios para su restauración.
Eleve alguno su voz para negar como se pudren en los
archivos documentos de incalculable valor para la historiografía cubana, por el
sencillo hecho de no “ser de interés gubernamental”.
Ponga alguien argumento de oposición al planteamiento
de que los pocos actos públicos que lleva a cabo la Masonería cubana son
constantemente observados o monitoreados por la Seguridad del Estado y la
Policía Nacional.
No creemos necesario exponer a detalle el por qué la
Masonería cubana se ha ganado en la sociedad el prestigio de ser en todo tiempo
garante de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad del pueblo; pero resulta
necesario destacar que no ha existido momento en la Historia Gloriosa de Cuba
donde los masones hallan guardado silencio mientras se oprime el derecho y se
humilla la dignidad.
Fue el principio masónico de Libertad de las personas
y de los grupos humanos, ya sean instituciones, razas o naciones y en todos sus
aspectos, es decir, libertad de pensamiento y libertad de movimiento; lo que
impulsó a nuestro Próceres a tomar las armas y verter su sangre en la manigua,
creando un concepto único de Nación y Nacionalidad.
Fue el principio masónico de Igualdad de derechos y
obligaciones de los individuos y grupos humanos sin distinción de religión,
raza, sexo o nacionalidad, lo que llenó el corazón de Máximo Gómez mientras
levantaba la Bandera de la Estrella Solitaria en aquella hora sublime en que se
proclamaba la Republica.
Fue el principio masónico de Fraternidad entre todos
los hombres y entre todos los pueblos y naciones, porque todos los seres
humanos nacen libres e iguales en derechos y en dignidades, lo que motivó a
muchos Ajefistas y Masones dignos a ofrecer su apoyo a la revolución de Fidel
Castro; para ser después traicionados de la manera más vil; siendo obligados al
exilio o al olvido.
¿Cómo es posible que a pesar de todo esto la Masonería
cubana continúe guardando silencio?
¿Cómo hemos de explicar a las futuras generaciones que,
una vez llegado el momento de aferrarnos a nuestros PROPIOS PRINCIPIOS, dimos
la espalda a los humildes y callamos una vez más?
No hablamos de apoyar al llamado Movimiento San Isidro
o que las Logias se conviertan en centros de debate político, todo lo
contrario, hablamos de que ha llegado el momento de hacer valer nuestros
derechos como Institución y como ciudadanos, teniendo el deber de invitar a la
mesa de dialogo al Gobierno; a fin de exigir lo que por derecho corresponde,
haciendo valer esa frase del IH. José Julián Martí que dice: “… los derechos se
toman, no se piden. Se arrancan, no se mendigan”.
Es el momento de que la Masonería cubana levante su
voz aclamando justicia, porque prestigio y dignidad tiene para ello.
Nuestra Institución no tiene que rendir cuentas a
dependencia gubernamental alguna, puesto que no forma parte de ninguna de las
instancias del Estado, de ahí que sus Libros, caudales y patrimonio no tienen
que ser sometidos a fiscalización de nadie. Teniendo además el derecho y deber
de exteriorizar sus elevados fines y sagrados postulados sin que para ello
medie la autorización estatal.
Al ser poseedora de “Personalidad Jurídica” la
Institución Masónica Cubana tiene el derecho y el deber de contar con sus
propios medios de difusión masiva, donde pueda exponer de forma libre y sin
censura sus principios los que, al fin y al cabo, resultan los mismos que
dieron forma a la Nación. Además, le asiste el derecho de contar con una Banca
propia si así lo considera necesario, o depositar sus metales en la Agencia
Bancaria de su preferencia y no la que determine el Estado.
Los masones cubanos tienen el derecho de expresarse
libremente, de forma individual, conforme a su derecho ciudadano, sin que por
ello se les censure o catalogue de delincuentes.
La Institución tiene el derecho de contar con una
Escuela y una Universidad Masónica, a fin de que sus miembros y ciudadanos en
general, gocen de la libertad de educar a sus hijos e hijas bajos los
principios que profesan.
El Edificio Nacional Masónico “IH Carlos Manuel
Piñeiro del Cueto” y el Asilo Masónico “Llansó”, fueron ideados, construidos y
sostenidos con el dinero, la sangre y el sacrificio de los Masones cubanos; por
tanto, es tiempo de que la administración plena de esas dependencias sea
devuelta a manos de sus legítimos dueños, o sea, la Gran Logia de Cuba de A. L.
y A. M. y el Supremo Consejo del Grado 33.
Espero sepan perdonar la rudeza de algunas palabras,
pero las circunstancias así lo imponen. No es justo que de forma aislada
algunos masones levanten su voz, mientras otros guardan silencio al amparo de
la supuesta observancia de la Ley.
No demos más la espalda al problema, es tiempo de
enfrentarlo con honor y valentía, como en su tiempo lo hicieron nuestros Padres
Fundadores.
Reciban un T. A. F.
JN
(N.S.)
Fuente:
Facebook
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