enero 19, 2017

Socorred al cubano que huye, tal vez nos alcance la misericordia.

Socorred al cubano que huye, tal vez nos alcance la misericordia.
Hace algún tiempo escribí para un periódico local un artículo sobre una mujer mexicana que socorría a las personas que huían del inminente peligro de un huracán que se aproximaba a las costas de Texas. Esto lo hacía con aquellas personas que se encontraban varadas en  la I-45, una conocida y transitada autopista de Texas .Allí les llevaba agua y alimentos calientes. “Salid a encontrar al sediento; llevadle agua…, socorred con pan al que huye” Isaías 21: 14. Así terminaba aquel artículo:
Tengo mala memoria, pero ahora si recordé algo que leí y quiero compartirlo con Uds.: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia”. ¡Ahora si la cita está completa! Pienso si María Juárez en algún momento de su vida llego a leer, o leerá esta palabra, las de la cita claro.
Es en ocasión de la reciente decisión del gobierno norteamericano y la realidad de cientos de compatriotas cubanos que se encuentran varados en la frontera México-EEUU, que encuentro el siguiente artículo que quiero compartir con usted y, sin  agregarle opinión alguna, serán ustedes los lectores los que juzguen:
Encuentran cubanos libertad en Laredo
Cubanos en Libertad apoya a decenas de refugiados que escapan de Cuba y necesitan ayuda inicial para estabilizar su vida
Por Marcelo Reyes
LAREDO, TX, 04/12/2014.- La historia de “Cubanos en Libertad” comienza mucho antes de que las oficinas de esta organización fueran abiertas a menos de 10 pasos del Puente I, por Calle Pedregal.
Olga Garza, una mexicana que emigró a Estados Unidos hace varios años, notó durante su empleo como taxista de Laredo que había una gran población cubana necesitada de ayuda, a pesar del Programa de Refugiados.
Así que ella comenzó a llevar hombres y mujeres que necesitaban aventón al aeropuerto sin cobrarles el pasaje completo; después los llevaba y además los invitaba a comer; y luego les dio refugio en su departamento para que se bañaran, se cambiaran de ropa y durmieran un poco.
Olga Garza
Poco a poco, Olga se ganó el repudio de sus compañeros taxistas porque ella prefería ayudara a otros que no fueran mexicanos. Ellos desconocían que durante su estadía en Minnesota apoyó a gente de muchas nacionalidades al trabajar como voluntaria en organismos civiles.
Luego de que los mismos compañeros la echaran del lugar, doña Olga se asoció con su esposo y otro mexicano con residencia estadounidense para levantar todo un refugio para aquellos que prefirieron arriesgar su vida en el mar saliendo de Cuba que seguir viviendo bajo lo que ellos llaman “una dictadura peor que la de Batista”.
Pero todo el esfuerzo económico ha salido de su parte. Ella y sus socios invierten casi todo lo que ganan en mantener a flote este proyecto. Hasta quedarse incluso sin comer para ellos mismos.
En cuatro meses, entre los tres socios han invertido más de 14 mil dólares en mejorar las instalaciones de este nuevo lugar, además de comida y otro tipo de asistencia para todos los cubanos que solicitan llamadas telefónicas, conexión a internet o incluso un aventón a “la guagua”, que es el autobús.
De hecho, a partir de “Cubanos en Libertad”, se formó otra organización llamada “La Cubanísima USA”: un servicio de transporte autónomo que se encarga de transportar a todos los cubanos que lo necesiten hacia Florida, cobrándole un porcentaje del pasaje o incluso, sin cobrarles un solo dólar.
El conductor de una Van de “La Cubanísima” es un refugiado que llegó a Estados Unidos hace siete años, luego de que la dictadura de Fidel Castro lo metiera en la cárcel varias veces por rebelarse contra el gobierno revolucionario.
Hoy, gracias al favor que le hizo un comerciante, la renta de este nuevo local saldrá poco a poco, mientras la voz se corre entre los isleños que sufren de maltrato dentro de las oficinas de la Patrulla Fronteriza, según le cuentan ellos a Olga.
Al menos 10 cubanos llegan a este lugar para buscar algún apoyo y quedarse en hogar de libres y tierra de valientes; algunas veces hasta 30 o incluso 50. La mayoría con miedo de ser fotografiados o incluso vistos por alguna autoridad. Se les olvida que al llegar a Estados Unidos, ya se pueden considerar libres.
Fuente: El Mañana

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