DESCONOCIMIENTO, CAUSA DE MUERTE.
Pastor Alejandro Hernandez Cepero . LA HABANA, LUNES 15 DICIEMBRE,
2014
“Casualidad y símbolo a la
vez, cada diecisiete de diciembre los cubanos celebran el onomástico del hombre
a quien Jesús sacó de entre los muertos “…, declara, bajo
el título: “La maravillosa Habana y el milagroso san lázaro”
Mario Hechavarria Driggs, en lasantanilla.blogspot.com con fecha 12 diciembre
de 2014.
Respetando el
derecho a la libre expresión, permítanme, más allá de mi propio derecho, exponer
una verdad bíblica expresada en la Sagrada Escritura que conscientemente o no,
este amigo ha pasado por alto y, conste que no pretendo, exponer teoría
personal alguna.
Paso a paso, es
prudente dejar por sentado que sólo el evangelio de Lucas menciona dos Lázaros.
Otro dato de suma importancia es que no existe manera alguna de hacer
coincidir, en el mismo espacio de tiempo o lugar -o ambos inclusive-, uno y
otro personajes, esto, es un hecho que la teología misma asegura.
El evangelio de
Lucas[1]
nos presenta a Marta y María, las hermanas de -aunque en esta porción no se
menciona- Lázaro, el verdadero, el de carne y hueso. Ambas hermanas, tipifican
las dos posiciones más comunes en los seres humanos, unos, afanados y turbados
con los afanes de este mundo que, aunque no significa nuestro rechazo a Dios,
constituye un serio peligro.
El San Lazaro pobre enfermo, leproso |
Otros, sentados a
los pies del Señor, buscando primeramente Su Reino, la mejor parte, la que
nunca nos será quitada, y así termina Lucas el relato del comienzo de una gran amistad.
Viven en Betania, al oriente del Monte de los Olivos, tierra de Judea.
El evangelio de
Juan[2],
nos presenta el mismo Lázaro. El debate entre Jesús y sus discípulos y la
decisión de quedarse dos días más en Perea, tras el Jordán a unos 42 km de donde
urge –humanamente- la presencia del Mesías Redentor.
Seis días antes de la pascua, camino a
Jerusalén, Jesús llegó a Betania, era viernes. La escena es conmovedora, Marta
la mujer afanada en el servicio demuestra su inquebrantable fe, su declaración,
es contundente: Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo, se asemeja bastante a
la de Pedro[3].
Sin profundizar en
temas teológicos o doctrinales, debo señalar la actitud de Jesús -estremecido y
conmovido en espíritu y que más tarde llora- es su parte humana revelada, su
llanto, más que el afecto familiar hacia las mujeres y su amigo muerto,
apuntaba al hecho inequívoco de que su hora estaba cerca, bebería de la copa de
su propio sufrimiento, apenas, una semana después.
Su parte divina
realiza el milagro, Lázaro es resucitado. Por esta causa, muchos judíos se
apartaban –del judaísmo- para creer en Jesús, motivo por el cual, los
principales sacerdotes acordaron, dar muerte a Jesús, y a Lázaro
Hasta aquí, la
historia de Lázaro, en hebreo Eleazar “Dios es mi ayudador”, recordemos, Lázaro
vive en la región de Judea, es, al menos, judío y, por la Ley, ellos no podían tocar
ni ser tocados por animales inmundos.
Es, el evangelio de
las señales, Juan usa este milagro como el broche de oro del ministerio
terrenal de Jesús, el Mesías de Dios.
Regresamos a Lucas[4].
Durante su viaje final a Jerusalén, Jesús trasmite una serie de instrucciones a
sus discípulos y a publicanos y pecadores que se acercaban para oírle. Entre
ellas, la parábola “El rico y Lázaro”. Llamo su atención sobre el hecho de que,
esta es la única donde, a un personaje, se le atribuye nombre propio.
El señor X, el
rico, quién se vestía con el lino más fino y el color más precioso, fue tan
despreciable que, ni siquiera valía la pena ponerle nombre que, es igual a
atribuirle humanidad y, al igual que los fariseos, consideraba la prosperidad
como prueba de rectitud y por ende aprobación divina. Sin importar sus
bendiciones en exceso, fue un hombre con un corazón de piedra.
Su egoísmo, fue su
condenación al infierno, no se preocupó por alimentar a Lázaro, ni le permitió
entrar en su casa y menos aún, cuidó de su salud. Su miseria espiritual y
humana, marcó la diferencia. No creyó a Moisés y a los profetas, ni practicó
todos los mandamientos que, en materia de misericordia Dios estableció en el
Antiguo Pacto, lo más triste del caso es que, en vida, a pesar de toda su
riqueza no pudo salvar su alma, sus cinco hermanos, siguen ese mismo camino
porque, a Moisés y a los profetas tienen, pero no los oyen.
Lázaro, por el
contrario, tal era el grado de humillación en su pobreza que no podía
defenderse ni de los perros “que venían
y le lamían las llagas”, una salvedad, “los
perros no eran de Lázaro” venían, quizás, eran los guardianes de la mansión
del rico, los mismos que garantizaban que Lázaro siguiera echado a la puerta de
éste.
San Lazaro, Obispo |
Los perros, eran considerados
por los judíos como animales despreciables e impuros de manera que, intentar
justificar que son las mismas personas, es un error teológico, nacido del
sincretismo religioso introducido por el catolicismo con el propósito de inducir
al error.
Esta historia,
donde nuestro presente puede, y de hecho define nuestro futuro, demuestra que,
la cantidad del dinero acumulado, no es más importante que la manera en que lo
usemos, porque se puede ser generoso sin nada o egoísta con todo y, lo que para
nosotros resulta sublime, delante de Dios, resulta como trapo de inmundicia.
No existe nada que
relacione a ambas porciones de las Escrituras más allá de la verdad espiritual
revelada en ellas. La primera, Jesús resucita a un ser humano, real prueba del
futuro de aquellos que se deleiten en escuchar y poner por obra Su Palabra que
no regresa vacía. La resurrección de Jesús es, la mayor prueba de la fidelidad
de Dios hacia su creación.
La segunda, por
increíble que parezca, es otra prueba real del futuro de aquellos que, se
deleiten en los placeres que esta vida ofrece, en detrimento de obedecer la Palabra
de Dios.
El camino a seguir,
depende de usted, Dejarse engañar en el futuro, acerca de que lázaro, el viejo,
el milagroso, tiene poderes divinos es, su soberana elección.
La Palabra de Dios
establece que:
“Y en ningún otro
hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”[5].
Oseas, profeta
menor cuyo ministerio profético trataba acerca del reino del norte –Israel y
Efraín- fue el último intento de Dios de que su pueblo se arrepintiera de su
idolatría y perenne maldad antes de ser entregado al juicio por sus propios
pecados. Casi 2800 años después, mantiene su vigencia, nos arrepentimos de
nuestra idolatría y contumaz maldad o enfrentaremos el justo juicio de Dios.
“Mi pueblo fue
destruido, porque le faltó conocimiento”.
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