Pacto
entre católicos, yorubas y comunistas clasifica de sumiso y desmemoriado
El
transformismo cultural está en alza. Del sincretismo religioso se pasó al
oportunismo político. La unión en una alianza ideológica de conceptos que se
niegan da mucho que pensar. De monumento, a la sumisión y la desmemoria, se
puede calificar el pacto entre católicos, yorubas y comunistas.
Perseguidos
y marginados desde los inicios de la revolución, muchos católicos besan la
misma bota que les dio punta pies generación tras generación. Sin mediar una
disculpa por parte del perseguidor, las sotanas se pliegan bajo los trajes
verde olivo, y los versículos bíblicos se adecuan a las teorías de El Capital.
Los
gritos de ¡Viva Cristo Rey! lanzados por jóvenes católicos antes de ser
fusilados en El Foso de los Laureles, en San Carlos de la Cabaña, se apagaron
con las ferias del libro de La Habana, bajo soporíferas lecturas del Manifiesto
Comunista, La batalla de Cuito Cuanavale, o Fidel y la Religión, de Fray Beto.
Castaneda y Martinez poniendo una ofrenda floral. Santero y Movimiento Estudiantil Cristiano en Cuba. |
La prohibición gubernamental de realizar procesiones religiosas, causante de los
disturbios ocurridos en la iglesia de La Caridad del Cobre, el 8 de septiembre
del año 1961, y de la deportación en el buque español Covadonga de 33
sacerdotes cubanos, 86 españoles y de otros países, parece que nunca ocurrió.
Asimismo,
el encierro de cientos de cristianos en las Unidades Militares de Ayuda a la
Producción (UMAP, 1965), la prohibición a los religiosos de portar sus
símbolos, acceder a los estudios en igualdad de derechos que los declarados
ateos, y otras perversas exclusiones, son inventos de la oposición.
Por
otra parte, ¿qué persona de la raza negra
exhibió los atributos de sus orishas, ya fueran Changó, Yemayá u
Obatalá? ¿Acaso no fueron excluidas las manifestaciones relacionadas con las
religiones y cultos de origen africano, en las conclusiones del Primer Congreso
de Educación y Cultura celebrado en 1971? ¿No eran calificados de oscurantistas
los practicantes de esa religión?
Entonces,
y como bien señalara el escritor cubano Félix Luís Viera en su artículo
Yorubas, católicos, comunistas (Cubaencuentro, 24-2), ¿qué hacen Dianet de la
Caridad Martínez, presidenta del Movimiento Estudiantil Cristiano ( MEC) , y
Antonio Castañeda, presidente de la Asociación Cultural Yoruba, junto al poder
representado en la figura de Miguel Díaz-Canel? ¿Bolillos o un tour?
La
sumisión y la desmemoria es tanta, que hace poco el señor Castañeda expresó al
Semanario Trabajadores que “con la revolución llegó la libertad de culto al
país”. Más cínico no se puede ser. Y si en verdad el error y el perdón son
humanos, el arrepentimiento también. Y que yo sepa, nadie se arrepintió.
De
acuerdo con el artículo de Félix Luís Viera, autor, entre otros, de Un ciervo
herido (basado en sus experiencias de la UMAP), “el poder –en este caso
político, o mejor decir, tiránico, facilita a quien lo posee involucrar,
arrastrar, satanizar o manipular a otros que no son poderosos, ni lo desean,
pero han tenido la buena o mala suerte de, en algún momento, caer cerca de
aquel”.
Y
es esa buena o mala suerte junto al poder, la que usan instituciones religiosas
y fraternales para no ver lo que ocurre en el país. ¿De qué búsqueda de valores
humanos se puede hablar en una sociedad que no sólo los perdió, sino que
quienes debían estimularlos se alían con el poder para vivir mejor?
Mientras
se discrimine por razones raciales o políticas, se coarte la libertad de
expresión y asociación, no se mejoren el transporte, la vivienda, los salarios,
y no se deje de dar golpizas a los opositores, en fin, no se respete la
dignidad del cubano, no hay nada que conversar.
*Periodista
independiente cubano. Reside en Centro Habana, Cuba y sus artículos pueden ser leídos
en la Red.
Fuente:
Cubanet
La jerarquía de la iglesia católica cubana ha traicionado a Cristo y a la memoria y la esencia de la patria al alinearse con una tiranía comunista.
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