febrero 26, 2014

El vínculo perfecto.

“EL VÍNCULO PERFECTO”

El manual del fabricante, La Biblia, Palabra inspirada por Dios y útil para enseñar, redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2ª Timoteo 3:16,17), nos enseña que las cosas invisibles de Él –entiéndase de Dios- su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas de modo que no tenemos excusas. (Romanos 1:20). 
Resulta inverosímil constatar que algo tan sencillo se convierta en el talón de Aquiles del evangelio en Cuba. 
Nos llamamos hermanos, hijos de Dios, herederos y coherederos con Cristo, reyes y sacerdotes, linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, “embajadores en nombre de Cristo” y en este caso le acomodamos el apellido: “embajadores de buena voluntad”, cuando en realidad somos como una versión pacífica de guerra de pandillas. 
Quizás suene, fríamente cruel, hacer tal comparación. ¿Ha pensado como suena para el Padre ver a sus hijos peleándose por sentarse a su diestra mientras de manera sutil apostatamos de la fe? 
El Apóstol Pablo en su carta a los Efesios 4:1-6, les rogaba a los cristianos que anduviesen como era digno de la vocación con la que fueron, fuimos y seremos llamados:
ü  con toda humildad y mansedumbre,
ü  soportándoos con paciencia los unos a los otros,
ü  SOLÍCITOS EN GUARDAR LA UNIDAD DEL ESPÍRITU EN EL VÍNCULO DE LA PAZ,
ü  UN CUERPO,
ü  Y UN ESPÍRITU,
ü  como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación,
ü  UN SEÑOR, UNA FE, UN BAUTISMO,
ü  UN DIOS Y PADRE DE TODOS,
ü  EL CUAL ES SOBRE TODOS, Y POR TODOS, Y EN TODOS… 
Pregunto: ¿Acaso no resulta mucho más cruel e indigno para la vocación a la que hemos sido llamados diseccionar el cuerpo de Cristo cual esquirlas de una granada de fragmentación? 
En Mateo 23:1-36, Marcos 12:38-40 y Lucas 11:39-52 y 20:45-47, encontramos las acusaciones del propio Señor Jesucristo hacia los escribas, fariseos e intérpretes de la Ley que, en honor a la verdad, hoy cobran vida en la cercenada iglesia cristiana en Cuba debido, principalmente al divisionismo denominacional. 
Pienso en aquel momento en que Jesús, lleno de ira santa entró en el templo, volcó las mesas de los cambistas, les expulsó de allí junto con sus palomas, ovejas, bueyes. Habían convertido el Templo en cueva de ladrones y casa de mercado. ¿Acaso no le suena familiar? 
El cuerpo humano, una obra de excelente precisión, creado por el Creador y no como resultado de un proceso evolutivo luego de una explosión al azar, consta de unos 206 huesos. 
El hueso, es un órgano firme y duro que forma parte del esqueleto de nosotros, los vertebrados. Tienen formas y cumplen funciones muy variadas, poseen una estructura interna compleja y muy funcional que determina su morfología. 
Los huesos son tan vitales como el cerebro o el corazón y tienen además la capacidad de regenerarse. Cada uno cumple una función particular y a su vez de conjunto en relación a los otros huesos a los que está articulado. 
Como decimos en buen cubano: “¡aquí se trabó el paraguas!”, porque es precisamente el punto donde nos perdemos. Se ha preguntado ¿Qué tan importante es la articulación y que tan impostergable es mantenerse articulado? 
Una articulación[1] es la unión entre dos o más huesos próximos. Las funciones más importantes de las articulaciones son de constituir puntos de unión del esqueleto y producir movimientos mecánicos, proporcionándole elasticidad y plasticidad al cuerpo, además de ser lugares de crecimiento. 
Sin la articulación, los huesos de un mismo cuerpo permanecen separados. Este es el comienzo, le sigue la imposibilidad de producir movimientos, proporcionar elasticidad, plasticidad y por ende impide el crecimiento. 
Su formación y mantenimiento está regulada por las hormonas y los alimentos ingeridos, que aportan vitaminas de vital importancia para su correcto funcionamiento. 
Los huesos[2] cumplen varias funciones en el organismo como por ejemplo:
ü  Actúan como sostén: Los huesos forman un cuadro rígido, que se encarga del sostén de los órganos y tejidos blandos.
ü  Permiten el movimiento: Gracias a los músculos que se fijan a los huesos a través de los tendones, y a sus contracciones sincronizadas, el cuerpo se puede mover.
ü  Protegen a los órganos: Los huesos forman diversas cavidades que protegen a los órganos vitales de posibles traumatismos. Por ejemplo, el cráneo o calota protege al cerebro de posibles golpes que pueda sufrir éste, y la caja torácica (o sea, las costillas y el esternón), protegen a los pulmones y al corazón.
ü  Homeostasis Mineral: El tejido óseo se encarga del abastecimiento de diversos minerales, principalmente el fósforo y el calcio, que son muy importantes en funciones que realiza el organismo como la contracción muscular, lo cual es el caso del calcio. Cuando uno de éstos minerales es necesario, los huesos lo liberan en el torrente sanguíneo, y éste lo distribuye por el organismo.
ü  Contribuyen a la formación de células sanguíneas: La médula ósea o roja, que se encuentra en el tejido esponjoso de los huesos largos (como por ejemplo la pelvis, las vértebras, etc.), se encarga de la formación de glóbulos rojos o eritrocitos. Este proceso se denomina hematopoyesis.
ü  Sirven como reserva energética: La médula ósea amarilla que es el tejido adiposo que se encuentra en los canales medulares de los huesos largos, es una gran reserva de energía.
¿Acaso aún resulta difícil de entender el por qué el Señor nos exhorta a que nos mantengamos solícitos –diligentes, cuidadosos- en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, un cuerpo y un Espíritu…? 
Salto unos versículos más adelante en este mismo capítulo del libro de Efesios, a partir del versículo 15, la Escritura que no ha perdido inspiración ni autoridad divina y mucho menos caducado su efectividad de ser útil para enseñar, redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra, indica el camino a seguir: 
“…sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo bien concertado y unido entre sí por las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”. Juan, el Apóstol sentenció: “el que dice que permanece en Él, debe andar como Él anduvo” Jesús hablando de si mismo dijo: “el que no es conmigo, contra mí es, y el que conmigo no recoge, desparrama”… (Mateo 12:30, Lucas 11:23). 
Amado hermano, una cosa es cierta, Dios nos ha llamado a que nos amemos unos a otros, es de hecho la acción, el efecto práctico  de una causa teórica, “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento mayor que estos (Marcos 12:31). 
Incumplir este mandamiento inhabilita poder cumplir con el primer y más grande mandamiento de: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30). 
 Es imposible que amemos a Dios que no vemos y podamos andar, en realidad, fajados como perros y gatos entre nosotros, por ser quien más convertidos y más bautizados tiene, más iglesias y más casas-células tiene a lo largo de la llave del golfo, y al final, menos frutos. 
Usted y yo tenemos un nombre y dos apellidos, es cierto, sólo que en este caso le invito a que renunciemos al segundo, mi nombre es Alejandro, un pecador sí, pero redimido y convertido en hijo –salvado, redimido, regenerado, justificado y en camino a la santificación- del Dios Viviente. 
No tengo porque añadirme ningún otro apellido, y no quiero decir con esto ni ser malinterpretado con que estoy en contra de los Concilios, con lo que estoy en total desacuerdo es en convertir a los Concilios en las suntuosas murallas Jericoenses como sucede hoy, haciendo de ellos, el Dios de la iglesia. 
Al igual que Jericó, la ciudad antiguo-testamentaria que se creía inexpugnable, cada Concilio se ha amurallado detrás del dogma divisionista, segregacionista y diabólico de la denominación, primando más los dogmas nacidos de sabiduría humana, por demás terrenal y diabólica, que por los propios preceptos y mandamientos divinos (Santiago 3:13-18). 
Hoy necesitamos derribar las murallas denominacionales, sin que ello conlleve a perder la función que cada uno desempeña como un hueso en el cuerpo de Cristo, porque, ciertamente cada denominación realiza una función diferente y agrupa a un grupo determinado de personas. 
Huesos, sólo eso somos, metal que resuena, huesos secos, dispersos por doquier, címbalo que retiñe, más preocupados en maestrías y doctorados teológicos provenientes de universidades y seminarios foráneos que ocupados en que “todas vuestras (nuestras) cosas sean hechas con amor” (1ª Corintios 16:14) “para que sean consolados sus (nuestros) corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo”(Colosenses 2:2) 
Y es precisamente esto lo que nos falta, el amor como el vínculo perfecto, la articulación que nos debe mantener unidos como lo que somos realmente, el cuerpo de Cristo. 
Permítame exhortarle a que, depongamos las armas de la división denominacional y levantemos la bandera de la unidad, poniendo los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe y que por sobre todas estas cosas nos vistamos de amor, que es el vínculo perfecto. 
Dios le continúe bendiciendo.
Alejandro Hernández
Pastor.
PD: Todas las citas bíblicas son tomadas de la Reina-Valera 1960
El vínculo perfecto. Por Alejandro Hernández.



[1], 2 Tomado de Wikipedia 2013.



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