Las
buenas noticias: este miércoles 19 de diciembre de 2012 fueron celebrados por
vez primera servicios evangélicos en las principales prisiones de Villa Clara.
Hasta el momento solo los sacerdotes católicos del poblado de Santo Domingo
tenían este privilegio desde hacía algún tiempo cada tercer miércoles de mes en
la Prisión de Manacas. En otras
provincias del país ya este tipo de servicios se ha ido implementado poco a poco, especialmente en
provincias como Matanzas, Cienfuegos y Holguín. ¡Ya era hora! En cualquier país
normal del mundo la asistencia religiosa es un derecho no solo en las prisiones
sino también en planteles de salud o incluso en el ejército. Y aunque en Cuba todavía parece distar la
hora en que existan capillas y capellanes a tiempo completos en cada una de
estas áreas ya al menos existe una migaja.
Al
centro de la foto, Ulises Lacaba, recluso al cual se le negó la asistencia al
servicio religiosos este 19 de diciembre en la prisión “El Pre” de Villa Clara.
Las
malas noticias: el proceso de selección tanto de los reclusos a recibir el
servicio como de los capellanes a ofrecerlo es rigurosísimo y en ellos ya se
sabe quién tiene la última palabra. Por
supuesto, el mismo que necesita ser beneficiado con la falsa imagen de que ya
Cuba es un país normal (libre), donde los reclusos por fin son seres humanos al
punto de que hasta sus derechos religiosos, otrora tan vilipendiados, son por
fin respetados. Es esta la razón por la que, a pesar de recibir durante dos
años el entrenamiento necesario, este miércoles 19 yo no pude estar entre los
capellanes aunque algunos que no lo recibieron sí pudieron, teniendo en cuenta
por supuesto que cumplían el requisito que no cumplo yo: el de
incondicionalidad al régimen. Es esta la razón también por la que por ejemplo
en la Prisión Provincial de Jóvenes
conocida como ¨El Pre¨ de más de cuarenta reclusos que aspiraron a participar
del culto navideño solo fueron admitidos catorce y algunos presos cristianos
que querían estar, como el caso de Ulises Lacaba, no fueron admitidos.
Hasta
el día de hoy, colateral a mi trabajo pastoral, y por cuenta propia ejerzo a duras penas el trabajo de capellanía con algunos presos
que insisten en que les asista. No he tenido otra opción que utilizar el
derecho de sus visitas familiares ocupando la capacidad de alguno de ellos que
ha preferido cederme el derecho con tal que el recluso sea atendido
espiritualmente de alguna manera, aunque es obvio que esta no constituye la
forma más idónea.
Se
suponía que como parte de estos servicios que se celebraron este miércoles 19
yo estaría oficiando en el que tuvo lugar en la Prisión Provincial con enfermos
de VIH en Santa Clara, unido a otros cuatro hermanos. Soy matricula del Curso
Básico de Capellanía Carcelaria dirigido muy eficazmente por el Rev. Francisco
Rodés, innegablemente un pastor con corazón de siervo. Este servicio navideño
oficial en la prisión vendría a ser la puesta en práctica de todo lo aprendido
durante dos años ya de adiestramientos. Como parte de este curso fui uno de los
privilegiados en recibir profundas experiencias transmitidas por el capellán
norteamericano Mark Siler, quien permaneciera en Cuba para tales efectos por más
de nueve provechosos meses junto a su esposa Kiram y sus hijas Lucía y
Joy. Fue en el marco de la Conferencia
«Agua de Vida» auspiciada por la Alianza Bautista Mundial, y celebrada en La
Habana en marzo de 2009 cuando al término de una intervención mía en que
manifesté mi preocupación al respecto el hermano Rodés, tras citar Hebreos
13.2, ¨Acuérdense de los presos, como si ustedes fueran sus compañeros de
cárcel¨, diera a conocer la posibilidad, por fin, de la creación de equipos de
capellanía por provincias para trabajar en las prisiones. Yo me alegré mucho de
que tal oportunidad se concediera y tomé la palabra a mi consiervo Paquito,
como cariñosamente le conocemos, convirtiéndome en matricula fija de su curso
desde el primer encuentro en Villa Clara.
Muy
amorosamente Paco nos advirtió siempre que él con mucho empeño cumplía con su
función del adiestramiento pero que de él no dependía la conformación de los
grupos que finalmente quedarían constituidos por provincia. Y Paco tenía toda
la razón. En nuestro último encuentro de hace tres semanas se suponía que yo
quedaba formando parte del equipo que llevaría a cabo el primer servicio
religioso especial por Navidad entre los reclusos con VIH. Otros equipos
quedaron conformados para visitar otras
cuatro prisiones cerradas de Villa Clara en el mismo día (Prisión Guamajal de
Mujeres, Prisión Guamajal de Hombres, Prisión Provincial de Jóvenes ¨El Pre¨, y Prisión Provincial ¨La
Pendiente¨).
Lamentablemente
correspondió a la vicepresidencia del Consejo de Iglesias de Cuba (CIC) en
Villa Clara la triste posición de excluirme, por presiones políticas, de este
ministerio al que no tengo dudas que el Señor me llama. Ya anteriormente este
liderazgo que supuestamente fungía como facilitador había dejado de avisarme de
módulos del Curso o reuniones al efecto. De un importante encuentro que se
celebró en el PCC provincial me enteré por pura coincidencia al cual no
obstante decidí asistir. Ese día estuvo presente el Teniente Coronel Vladimir,
del Órgano Provincial de Cárceles y Prisiones, quien sostuvo un intercambio con
quienes asistieron. Al concluir dicho encuentro sostuve una breve conversación
con la funcionaria Odalis Sabala, quien atiende por el Partido los Asuntos
Religiosos de la provincia, y con Yaquelín Sánchez López, la vicepresidenta del
CIC en Villa Clara. Les ratifiqué mi deseo y llamamiento divino para participar
de este ministerio del cual esperaba no quedar fuera, como sí lamentablemente
terminó ocurriendo. Ya en esa
oportunidad Yaquelín se manifestó menos colaborativa que la propia Odalis, lo
cual me entristeció mucho ya que se suponía que la creyente era ella y la otra
la funcionaria del Partido ateo. La vicepresidenta del CIC en Villa Clara me
advirtió que sin una carta de recomendación del pastor bautista de la provincia
escogido convencionalmente para representarnos ante las autoridades yo no
podría participar de este proyecto, ahora comprendo que ella tenía la esperanza
de que fuese este propio consiervo mío quien me negase la posibilidad de servir
en esta área. Pero mi hermano el Dr. Adrián Ramos entregó su carta de
recomendación a nombre de nuestra Convención Bautista de Cuba Occidental, la
cual lamentablemente no fue tomada en cuenta; a pesar de que el CIC se queja
muchas veces de que nuestra Convención, que no está entre sus miembros, no
colabora en proyectos a los que se le invita.
Lo
peor es que nunca se me dio la cara para avisárseme de la exclusión. Lo supe
cuando contacté con los demás integrantes de mi equipo para confirmar mi
asistencia al servicio del día 19. Con pesar me informaron del aviso de la
vicepresidencia del CIC en Villa Clara de mi exclusión, y que se les hizo saber
en mi ausencia, me alegra que al menos ellos pudieran ministrar a los presos
con VIH ya que me consta que son un buen equipo y la mayoría de ellos recibió
el entrenamiento desde el principio. Pero la sumisa postura de la
vicepresidencia del CIC en Villa Clara viola incluso uno de los principios que
se nos enseñó que caracterizaría a este Ministerio de Capellanía Carcelaria
Evangélica, «el Reconocimiento de que la ética cristiana debe primar en todas
las relaciones con los presos y con los colegas en este servicio», y es triste
que esto suceda desde el comienzo mismo. Yo por mi parte intentaré seguir
haciendo lo que pueda en pro de cumplir con la comisión evangélica de visitar a
los presos en la cárcel, que en el decir de Jesús es como visitarlo a él mismo,
y por supuesto, continuaré preparándome en el Curso Básico del cual
afortunadamente no se me ha excluido. Y es que no pierdo la esperanza de que
algún día por fin en Cuba la capellanía evangélica, en todas las áreas, y sin
la orientación, beneplácito ni por conveniencia de ningún régimen que quiera
guardar las apariencias, tenga realmente lugar y sin otro objetivo que el de
una compasión restauradora que dé lugar a hombres y mujeres nuevos.
Fotos:
Cortesía del autor del artículo.
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