La lucha mayor de un creyente
en la tierra tal vez no sea contra el diablo, al cual hay que resistir firmes
en la fe como dijo el apóstol Pedro, sino contra nosotros mismos, porque
mantenerse ecuánime en un momento como ese sólo lo pueden hacer los que han
alcanzado un cierto grado de madurez, pues controlar una serie de pensamientos
vengativos nos sirvió para reorganizar la milicia y afinar el oído para
escuchar la misma voz del que nos envió de vuelta a Las Tunas.
A las diez de la mañana del
mismo día 8 de diciembre con el pecho herido y lágrimas que no se podían
ocultar, pues emanaban de nuestra vergüenza, dimos un servicio de alabanza y
adoración. La impotencia es la peor de las emociones. ¡Qué mezcla de
sentimientos tan extraordinarios se suscitaron en los corazones de aquellos que
al entrar al patio, veían una tierra completamente asolada, en lo que antes
había sido el campamento de las tropas del Dios de los cielos!
Los hermanos se fueron
enterando y vinieron a congregarse en la
medida que recibía la displicente noticia. Algunos líderes de la ciudad
como Guillermo de la Rosa, apóstol de una
congregación independiente, Bernardo Domínguez, en ese momento pastor de la
Liga Evangélica de Cuba, y el pastor Gabriel, de la primera iglesia Bautista
junto con algunos otros pastores de nuestra propia obra, se personaron para
apoyar a la iglesia. Fueron muchos los que mandaron sus condolencias pero pocos
los que se personaron para dar el aliento y el apoyo que se necesitaba en un
momento como este; tal vez sea porque el miedo paraliza a veces, hasta los más
santos.
Ya no teníamos instrumentos
musicales, ni audio, ni tampoco a decir verdad muchos deseos, pero todavía
respirábamos. El Salmo 150 en su último versículo dice: Y todo lo que respire
alabe al Señor. Así lo hicimos mientras seguían llegando hermanos de otras congregaciones
y juntos a los nuestros adorábamos al Señor con una sopa de gemidos y sollozos y
porque no decirlo, también de vergüenza.
Si tuviera que darle un
epíteto a los acontecimientos del 8 de diciembre, los catalogaría de Colosal e
impúdico abuso del gobierno cubano contra La iglesia Camino de Restauración de
las Tunas. Esta sucia maniobra estará guardada en los anales de la ciudad hasta
que alguien con dignidad se atreva a limpiarla.
Foto a la derecha. “La
Iglesia de la mata de mango”
Cuando la noticia salió a
correr por las calles tuneras no trotó sola, sino que se acompañó de
burlas, reproches y gritos de victoria.
Se acabó la iglesia de la mata de mango, la que pastoreaba Mayim, fue la declaración
más oída. Hubo fiesta impía de la buena. Pero el diablo tiene poco tiempo para
reír. Sus verbenas duran poco. Nadie creyó en el milagro, pero se dio. Jesús es
la resurrección y la vida y lo que está muerto vivirá.
La noche de ese mismo miércoles
nos tocaba nuestro servicio regular, por lo que se convocó a toda la iglesia
con lámparas recargables. No había audio, no había instrumentos musicales,
tampoco asientos, ni fluido eléctrico; pero había un pueblo que amaba a Dios y
que estaba bien plantado en la fe. Alabamos al Señor como por dos horas y una unción
profética se dejó sentir en todo el servicio. El viernes fue nuestra próxima
celebración y con la precaria economía que nos quedó compramos algunas
luminarias fundamentales para el patio y con el regalo de algunos bancos
enfrentamos los demás obstáculos.
Así la iglesia se fue
levantando poco a poco y el domingo 12 de diciembre del 2004 en el tercer culto
después de la debacle del miércoles, más de 200 hermanos se personaron
valientemente para nuestra gran celebración dominical.
¿Qué pasó, por qué sucedió
esto? Estas eran las interrogantes que sacudían a la comunidad cristiana en Las
Tunas. ¿Cómo piensa usted que se siente un hombre de Dios que le sirve al
Altísimo en integridad cuando le sucede algo como esto? Mi estado de ánimo jamás estuvo peor que en
ese día. A decir verdad me sentía aplastado por el diablo y desechado por Dios.
No sabe usted cuánto oré para que eso no sucediera. Le rogué al Señor con toda
oración y súplicas para no pasar por esa vergüenza, porque sentía en mi
espíritu que el día malo se acercaba y que Dios nos iba a zarandear.
La iglesia estaba formada por
una congregación guerrera y de personas muy fieles a Dios y a sus líderes. No
obstante había un pequeño grupo de falsos hermanos sembrados por Satanás que
buscaban cualquier error para hacerle daño a la obra de Dios. Ellos con
artimañas bien preconcebidas trataban de meter el camello por cada pequeña
grieta.
Esos, que por otros parajes
le llaman topos, por acá les llamamos infiltrados y no son más que grupúsculos de oportunistas, que
casan las ocasiones y oportunidades para desacreditar a los ministros de Dios. Jesús se refirió a ellos llamándolos cizaña.
Lo mejor del atraco para nosotros, fue que la cizaña dio fruto y a muchos se
les cayó la máscara.
*Con esta nota concluye el
relato de las vicisitudes pasadas por la
Iglesia “Camino de Restauración” ahora convertido en Ministerio Apostólico “Viento Recio’ esto durante aquel recordado
día, 8 de diciembre del 2004 y los días posteriores. Testimonio de la
destrucción de una Iglesia.
**Pastor – Apóstol. Miembro
de la directiva de la Coalición Apostólica Cubana. Dirige la Red Apostólica
“Viento Recio” que cuenta con más de 20 pastores. Esta red está bajo la
paternidad de Apóstol José Félix Coronel. Desempeña su apostolado en la Iglesia
de Las Tunas, Cuba. Es Licenciado en Cultura Física y tiene una maestría y
doctorado en Ministerio cristiano por estudios dirigidos.
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