En Cuba existe la costumbre
de arreglar o acomodar las cosas de manera tal que se puedan mostrar las
apariencias, mientras que la realidad y la verdad, quedan detrás de la
cortina. Así suele suceder en las empresas, las oficinas, los organismos, los
ministerios. Mentir es tan natural e inventar cifras y adulterar las
estadísticas tan común, que ya podríamos decir que los cubanos vivimos hace
mucho del cuento y de la mala idea. El invento ha saturado todos los espacios y
todos los niveles, claro que no podemos dejar fuera de este asunto, al mayor
cuentista, al más falaz, el Estado.
Así, puso en práctica su gran maquinaria de la
invención, durante la visita del Papa
Benedicto XVI. Especializado como está en inventar imágenes y aparentar lo
que no es, creó toda una marcha del pueblo combatiente, donde las masas
hipnotizadas en el más estricto orden y la más militarizada disciplina
esperaron, escucharon, vitorearon y despidieron al Papa. Un número considerable
de los asistentes a las misas ofrecidas por el Pontífice tanto en Santiago de
Cuba, como en La Habana, asistieron no porque les interesara el Papa y mucho
menos la prédica de la iglesia católica, sino porque su Revolución les llamaba
a desfilar por las calles y plazas y a hacer número, para que el mundo viera al
aguerrido y respetuoso pueblo considerar al máximo líder de los católicos. Al
parecer a Benedicto le encandiló la multitud oyente de sus homilías y no se
fijó, o al menos sí lo hizo lo disimuló muy bien, en lo que ocurría detrás de
las bambalinas.
Entre la multitud y alrededor
de ella se erigió un fuerte cordón policial que pertenecía a los órganos de la
Seguridad del Estado, la misión era no permitir que los opositores o disidentes
llegaran a las plazas. A pesar de las medidas y la precaución, algunos pudieron
expresarse, aun cuando terminaran agredidos y golpeados por la, que debería ser
neutral, Cruz Roja Cubana. Aunque la agresión fue a solo unos metros del Papa,
este asumió una fría actitud de político y no mostró, ni en ese momento, ni
después, darle importancia al suceso.
Tampoco le dio importancia a los cientos de detenidos, unos en cárceles y otros
en sus residencias, entre estos últimos mi esposo y yo, custodiados toda la noche
anterior a la misa en la Plaza de la Revolución habanera y durante el tiempo
que esta duró en la mañana, en la casa de unos consiervos en la fe, quienes nos
dieron asilo y mostraron su solidaridad y amistad, testigos además de la
arbitrariedad de las fuerzas represivas del gobierno cubano.
Benedicto XVI no ha querido
dar su criterio sobre lo que ocurrió con los disidentes cubanos durante su
visita, se negó a escucharlos y a brindarles su amparo espiritual. El Cardenal
Jaime Ortega, además, se ha mostrado hostil hacia los opositores y demasiado
servil y empalagoso con respecto a las autoridades. Pareciera que la iglesia
católica cubana y las instancias más altas en el Vaticano han dado el visto
bueno a la dictadura en Cuba. No sería la primera vez que los católicos
pactaran con los poderosos y con los desgobiernos.
Por mi parte, yo que sí vi lo
que ocurrió tras las bambalinas, porque estaba detrás de ellas, digo y diré lo
que ocurrió en Cuba durante la visita del Papa Benedicto XVI, particularmente
mi propia experiencia, que aun sin ser católica y no tener interés alguno en
presenciar a este personaje de cerca, fui detenida domiciliariamente,
custodiada durante horas como si fuera una criminal e incomunicada porque como
a muchos otros, el teléfono celular de mi esposo fue intervenido y silenciado
tiempo antes de la misa y varios días después de esta. Benedicto no vio, o
finge que no lo hizo, se encantó demasiado con el falso teatro, mientras que
detrás de las bambalinas la realidad era muy diferente a las apariencias.
*Profesora
en el Seminario Teológico Bautista Luis Manuel González Peña .Licenciada en
Ciencias de la Información por la Universidad de la Habana y Máster en Teología
por el Seminario Evangélico Los Pinos Nuevos y por la Facultad Latinoamericana
de Estudios Teológicos (FLET, hoy Laurel University).Apoya el trabajo profético
de su esposo el pastor Mario Félix Lleonart y ha publicado en pagina webs como, Religión en Revolución y
Conexión cubana.
Mi opinión es que no se ve lo que no se quiere ver y así he compartido este excelente artículo.
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