Todavía no logro reponerme
del impacto que me ocasionó haber leído recientemente en un ejemplar del
periódico Trabajadores, el titular: "La Revolución Cubana es una obra
evangélica", firmado por el brasileño Frei Betto. ¡No es para menos
después de todo lo vivido!
El respeto que conseguí
aglutinar en torno a Betto, de un golpe se desplomó. No se puede sentir respeto
hacia quien no te respeta, y con esa definición se nos falta el respeto a los
hijos de esta tierra en laque respiramos todavía con dificultad, por permanecer
bajo los efectos de la bota opresora. Bota calzada durante más de 53 años por
los mismos artífices de esa "Revolución" que recibe loas del
sacerdote carioca.
El Evangelio recoge la vida
de Jesucristo, el Hijo de Dios Padre, lo que se conoce como la Buena Nueva,
cuyo significado no es otro que la llegada del Reino de Dios. Es la gracia del
perdón y el don del Espíritu. Es el plan de salvación de Dios para todos los
hombres.
Evangelio es paz, amor,
arrepentimiento, conversión. El Evangelio trae una renovación de toda la
cultura y una crítica radical del orden social, que nos lleva a la madurez de
juicio y de las relaciones con los demás.
La revolución cubana, con su
tortuoso camino orlado de sangre y cruces, no puede equipararse ni con una de
las comas, siquiera, de los postulados vertidos en el apartado anterior. Quien
así actúe, carece de los más elementales conocimientos acerca del sufrimiento
de un pueblo signado por un Estado autocrático, gobernado por una misma persona
durante más de cinco décadas.
Se hace esta acusación porque
quien haga tal comparación desconoce o se olvida de la verdadera historia del
cubano. Historia que acumula una extensa cadena de juicios sumarísimos con
total ausencia de las debidas garantías procesales; donde la mayor parte de las
sentencias eran cumplimentadas en el pelotón de fusilamiento. Historia de persecución
permanente contra todo el que mostrara su desacuerdo con esta política del
naciente gobierno revolucionario. El surgimiento de campos de concentración al
estilo nazi y hasta la creación de los llamados pueblos cautivos.
Persecución religiosa y el
sometimiento de estos hombres a trabajos forzados en lo que se dio en llamar
"Unidades Militares de Apoyo a la Producción" (UMAP). Tampoco para
ningún cubano es un secreto la expulsión de gran parte del clero en el Vapor
Covadonga en esa primera etapa, también como parte de la persecución religiosa
y contra la Iglesia, bajo el falso precepto de la conspiración.
Dónde se puede encontrar en
estos hombres la gracia del perdón, no en aquellos años iniciales. No, dicha
gracia ha sido desterrada de sus corazones. Un ejemplo real se encuentra en la
historia del 11 de abril de 2003, cuando fueron fusilados casi en el mismo día
los jóvenes que trataron de llevarse la lanchita de Regla para huir en ella
hacia EEUU y no se les perdonó, a pesar de que en la acción no habían causado muertes
humanas.
Otro ejemplo me viene a la
memoria que muy bien ilustra este acápite: al general Arnaldo Ochoa Sánchez no
se le tuvo en cuenta las acciones libradas a favor de Cuba. Se le fusiló sin
miramientos.
Resulta interminable la lista
de ejemplos para refutar las palabras de Frei Betto en el periódico
Trabajadores. Pero creo que coincidirán conmigo cuando afirmo: si lo vivido por
nosotros los cubanos, es evangélico, ¿cómo se vivirá en el infierno, verdad?
* Secretaria de prensa del Partido por la Democracia 'Pedro
Luís Boitel'. Colabora para la publicación Primavera digital.
Lo que olvidó frei Betto especificar es que en Cuba se vive el Evangelio de la Muerte proclamado por unos anticristos genocidas.
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