Por: Eloy A González.
He sido visitado por los enemigos, más de una vez he sido objeto de sus infamias, la calumnia se ha avecindado. Han visitado mi alma en las angustias. En un escenario de irascible presencia me he visto obligado a permanecer y a dudar. Todo es confusión y enojo.
De nuevo, si es que en algún momento se han escurrido, como para engaño; han aparecido los ataques, esta vez gratuitos, dejando un sabor amargo de iniquidad probada. Resulta que recibo un buen número de ataques a través de correos electrónicos que socavan la respetabilidad y mueven al enojo. Mensajes insultantes, cargados de expresiones duras y vergonzantes que son sucedidas por textos obscenos, depravados y degradantes.
Como para que no quede dudas de que la decencia y la dignidad deben ser pisoteadas a como de lugar, y llevando el agravio a esto que se conoce como la Red o el ciberespacio, aparece una nueva forma de mensaje que haría palidecer al más aborrecible de los malvados.
Me refiero a la persona que habiéndome atacado, ve con desconcierto que ha sido sorprendido en su identidad y arremete de forma muy singular: duplicando páginas de Internet, pirateándola, editando fotos insultantes y sometiendo en ésta seudo página, comentarios obscenos y degradantes. Finalmente viendo completada su obra de destrucción, deja esta, como a la espera de que la ira y la desesperación corrompan el espíritu noble.
He asistido a no pocas escaramuzas, y algunas que otras batallas bien llevadas. Hay enemigos dignos y contiendas hechas a la medida de los justos. Nunca me ha animado la pendencia y debemos de admitir que el escenario del enfrentamiento y los contendientes, no se constituyen siempre como se desea. El enfrentamiento puede en muchos casos ser engañoso y produce siempre un insuperable abatimiento.
Pero he aquí que en esta escaramuza, a la que me veo empujado, es de las peores en su especie y viene acompañada del pasado aborrecible y de un presente inmisericorde.
Este que hoy acecha, es un personajillo advenedizo y hábil que viene de oscuras pestilencias y enloda de vileza el alma triste. Sucumbe ante la tentación de la calumnia y sin proponérselo, un odio vengativo le acompaña .Expresa una abundancia de palabras indecentes que estas parecen salir de una mente fecaloidea que creció entre las miasmas de un pantano putrefacto. Aún cuando su presencia es distante produce un hedor de nauseabundos efluvios corporales.
Nada de cuanto ha hecho, produce merma alguna, sin embargo debo de admitir que en su desenfrenado ataque, incluye con calculado despropósito un poema a modo de oración que bien conviene poner aquí, y eso hago en apretado texto:
Oración.
“La hipocresía se apoya en la maldad que produce el miedo”.
Mi Dios y yo / tenemos un pacto / él no me pide / que crea en El / y yo / no le pido / milagros.
Mi Dios y yo / tenemos un pacto / yo arranco las / máscaras de barro / y El condena / por siempre / lo nefasto.
Como remate de raro aborrecimiento, el personajillo de marras, de enfermiza e infortunada perversidad; se ve abocado a mistificar sus sucios desvaríos y su execrable conducta. Como en acecho y dispuesto a usar las palabras como veneno de serpiente; se advierten infames ideas que se meten en las entrelíneas logrando un efecto tan destructivo como paralizante.
Maldice a Dios en su corazón, quien hablando de pactos, busca aliarse con un Dios que quiere usar para condenar al desventurado. Es esta pues, una oración desdichada.
En la tercera ocasión que la policita política me citó a su sede en La Habana, le dije al interrogador, aquel sagaz agente siempre dispuesto a la propuesta deshonesta y rapaz: “Usted sabe, sólo tengo dos mejillas, ya no me queda otra. Se ha preguntado usted que puede ocurrir cuando no es posible poner la otra mejilla”. Estoy seguro que entendió.
Un hombre puede ser agredido, calumniado y desdeñado hasta los límites de lo posible; pero nada supera el daño causado cuando la afrenta se extiende a sus familiares más queridos. Siendo así, nadie debe asumir la administración de su perdón, como nadie puede interpretar su dedicación a la venganza; en su debido tiempo.
Llegado el tiempo justo, el hombre dado a la ruindad, debe mostrar un mínimo de arrepentimiento; para así saber cual será la adecuada medida de su virtud, si es que aún le asiste alguna. Por lo demás el carácter vengativo es infeliz, pero la venganza no siempre es desdeñable.
A fin de cuentas la misericordia es patrimonio de Dios, quien paga a cada uno conforme a sus obras.
© 2006
Article Publisher in: Panorama Hispanic News paper. Fort Worth, TX October 2006. E-mail: eloy_gnzlz@yahoo.com.
Queridos Amigos
ResponderEliminarMe uno a Ustedes en el clamor por una Cuba libre.
Interpreto que el líder del país, más que opositor a un modelo económico y político, es un baluarte de Satanás que impide el ingreso a la isla del Cristianismo verdadero y de toda la toda la cohorte de Libertad que trae consigo.
Oro a Dios por Cuba. Pido por los cubanos.
Y ruego para que el nuevo eje del mal que se está armando (Corea del Norte-Irán-Venezuela-Bolivia) sea debilitado.
¡Imaginate: Poder nuclear + fundamentalismo antiamericano, anticristiano y antisemita + petroleo + cocaína!
Que Dios guarde a Israel
Que el Señor fortalezca a los Estados Unidos y sus aliados.
Como escribió Martín Lutero: "Castillo fuerte es nuestro Dios ... Con su poder nos librará..."
¡Engrandecido sea el nombre del Señor!
Un abrazo fraterno desde Buenos Aires, Argentina.
Daniel
www.elojoprotestante.blogspot.com