octubre 25, 2018

¿Cuánto han degradado a los cubanos casi sesenta años de dictadura y de la mentalidad de supervivencia que hace renunciar a obrar según la conciencia? *


Votar por el totalitarismo para que nuestros amos nos exhiban como esclavos felices, no es de cristianos y ni siquiera de personas serias.
¿Amén al comunismo eterno?, ¡aleluya!, ¡Vivan las cadenas! Ya voté como todo un “doble moral” que sabe vivir, no soy bobo, “quien se mete a redentor sale crucificado” y ahora ¿me voy a mi iglesia a cantar en el coro?  ¿Por qué votaría alguien por su propia esclavización y la de sus prójimos?
Seria provechoso si reflexionáramos cuánto han degradado a los cubanos casi sesenta años de dictadura y de la mentalidad de supervivencia que hace renunciar a obrar según la conciencia. Mentalidad que determina a la Iglesia, lejos de influir la Iglesia en la sociedad.
Quien educa a sus niños en la religión cristiana suele enseñarlos a hacer un análisis de conciencia antes de dormir; entrenándolos para analizar por si mismos su conducta y acciones, según juicios de valor entre el bien y el mal. Hábitos que con los años los ayudarán a no caer en pecado o a levantarse cuando caigan.
Estudios psicológicos sostienen que los criminales suelen ser maestros en la auto justificación, y en engañarse a sí mismos con expulsar de su conciencia aquellos pensamientos y recuerdos que contradicen su auto justificación (Samuel Yochelson y Stanton Samenow). Si eso ocurre con los criminales: ¿Qué queda para las personas decentes que le dan importancia a verse a sí mismos como cristianos, pero obran en contra de la moral cristiana mientras “diezman la menta y la ruda”?
¿Y los que se sentirían enfermos y en pecado de juicio temerario si pensaran que su sonriente pastor es un mercenario incapaz de “dar su vida por las ovejas” y que la alta directiva de su amada Iglesia “se prostituye con los príncipes de la tierra”? (aquí mismo me dejará de leer y se refugiará en la negación).
¿Tiemblan los cristianos cubanos por el sentido de la responsabilidad de no cumplir sus deberes para con Dios y para con sus prójimos o gozan de un adelanto del cielo proporcionado por un cristianismo “pop”, “light”; acolchado para que todos se sientan cómodos y salvos solamente por participar los domingos de un agradable show musical y oratorio?
El camino fácil, amplio, sin espinas, sin la cruz de los seguidores de Cristo, camino al que los guía amablemente algún pastor que jamás los hace cuestionarse a sí mismos, a su conciencia (y menos cuestionarlo a él) si viven según la Ley de Dios, que nos obliga al camino estrecho, que no nos conviene “según la sabiduría del mundo”, pero que es el único.
Con ese entrenamiento en la tibieza y la alienación de la sociedad en que nos tocó vivir: Si las autoridades anticristianas retiraran “el permiso” para ser cristianos sin ser perseguidos, ¿cuántos quedarían en la Iglesia? (pastores incluidos).
Y “el permiso” lo dio el Ilusionista en Jefe, cuando vio su provecho en ello y que podía utilizar y hacer sumisas a las iglesias y corromperlas con el control estatal de donaciones, viajecitos de pastores y ponerle agentes en la directiva.
Ahora usted me protesta, se siente dolido: “Eso pasará con otra iglesia, con la mía, no”. Parecido a ese sarcasmo italiano de: “Todas las mujeres son –malas- salvo la mía mama que es una santa”.
“Se equivoca, Jaime, calumnia, ataca a la Iglesia. Mis pastores luchan titánicamente contra las presiones del Gobierno. No soy testigo de ello, pero se los he oído, aunque no dan detalles. Léase: “Dios no entra en mi oficina”.
Y ¿por qué quiere creer eso? Si creyera lo opuesto se sentiría muy mal y obligado a acciones dolorosas que no desea obrar. ¿Ya se leyó?: “entré en el seminario con dos camisas de guajirito, tierra colorada en los dedos de los pies y ahora tengo una casona, un maquinón, mi “primera dama” viste como una reina, viajo a cada rato y preparo a mis hijos para continuar el negocio familiar”.
Ni lo leyó ni lo va a leer, nunca lo escribirán.
¡Protésteme!: “Yo soy bueno, no tengo culpa de lo que pasa, no puedo solucionarlo”.
¿De verdad hace todo lo que puede o se acomodó a no hacer nada, a no arriesgar nada por la sociedad en que vive, porque a usted no le va tan mal con el envío de la remesa familiar o con un negocio ilegal?
Recuerde la doctrina de la culpa colectiva. Lea en el Antiguo Testamento como cuando ocurría algún gran pecado, todo el pueblo de Dios, en lugar de decir: “Yo no soy”, vestía cilicio, se echaba ceniza sobre la cabeza y ayunaba pidiendo perdón.
Cuba  está llena de pecado, miseria, ancianos y niños hambreados y desatendidos, pesas adulteradas, salarios defraudados y que no alcanzan para alimentarse una semana, hospitales y ancianatos donde ocurren horrores, prisiones inhumanas y mucha brujería, a la cual contribuye el pobre testimonio cristiano y ¿alguna iglesia hace ese tipo de penitencia?
 Se limitan a expender entretenimiento ligero: “Yo no soy, hago lo que puedo”.
Muchos pastores hasta tergiversan la Palabra de Dios, usando incompleta la cita de Pablo de que debemos estar sumisos a la autoridad (léala entera).
Y ahora, si votan en el fingido referéndum por la fingida Constitución, votarán contra la Ley de Dios, soliciten o no la modificación del “matrimonio” homosexual.
La votación será secreta, pero la gente se engaña con el absurdo por miedo cerval o echado a rodar por el gobierno; de que sabrán quien votó en contra: “Las boletas están numeradas”,”tienen una cámara oculta en el cuchitril”; paranoias de alma de esclavo.
El pecador encuentra su castigo en el pecado. El pecado colectivo de este pueblo auto engañado, esperando que Fidel Castro o el Papa o el gobierno español, u Obama… ¡hasta le dejan el asunto a Dios, siendo asunto de cada uno!; otro cualquiera, les arregle a Cuba, para no obrar personalmente. Todos estamos en culpa.
Ese pecado trae la consecuencia de la eternización de la Dictadura y de su posible final sangriento, como en Rumania; cuando el grado de calamidad empuje a la gente a la calle a matar Ceausescus y a saquear las lujosas casas de los hombres de iglesia.
*Periodista independiente cubano. Ha colaborado con la agencia de prensa independiente Hablemos Press y sus notas aparecen en distintos sitios de internet sobre temas cubano. Reside en la Ciudad de la Habana.
Nota: Este artículo es la continuación del anterior del mismo autor: “Matrimonio homosexual: propuesta ¿cristiana? de modificar el artículo constitucional”, publicado en este Blog.

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