agosto 20, 2018

Libertad de conciencia y fundamentalismo LGBTI en Cuba.


En este extenso y bien cuidadoso artículo el bloguero cubano Yoe Suárez nos aproxima al tema de la intolerancia y la contención verbal en Cuba, cuando, una declaración de algunas iglesias cristianas evangélicas se pronunciaron sobre el matrimonio igualitario. Las voces expresan el deseo y un discurso de odio hacia las opiniones de algunos evangélicos cubanos para los que se pide que sus manos sean cortadas o una granada.; siendo calificados de cerdos inescrupulosos. Aquí les dejo el artículo que asume puntos de vista relacionados con el devenir de la iglesia en Cuba  sobre tan controvertido tema.
No dudaremos en cortarles las manos”: Libertad de conciencia y fundamentalismo LGBTI en Cuba.
Por Yoe Suárez.* **
El actual proceso de modificación constitucional ha levantado expectativas y ánimos en varios sectores de la sociedad cubana. Muchos han dado a conocer sus posiciones ante disímiles posibilidades, ejerciendo un derecho humano medular: la libertad de expresión.
Las cinco denominaciones evangélicas con mayor membresía en Cuba* también lo hicieron este 28 de junio. Divulgaron una escueta Declaración a través de Internet sobre la posible aprobación del matrimonio homosexual, recordando la visión bíblica del matrimonio como una institución sagrada entre un hombre y una mujer.
La reacción de extremistas en las redes sociales fue inmediata. Claudia FH** pide “una granada’ para quienes suscriben la Declaración Yosvanys FA llama “cerdos inescrupulosos” al liderazgo evangélico, mientras que Andrey VR asegura que “si pasan de las palabras a los hechos no dudaremos en cortarles las manos”. Coacción, asesinato social en las redes, difamación, bulling por motivos religiosos. Así responde una facción radicalizada de la comunidad gay y sus simpatizantes a quien opine distinto.
En una nación tradicionalmente católica y con acelerado crecimiento evangélico, al movimiento LGBTI se le da espacios en las calles y los medios bajo el liderazgo de Mariela Castro, hija del General de Ejército y presidente por una década, Raúl Castro. Su gestión permitió que, aunque se prohíba la manifestación pública en Cuba, puedan tomar cada 17 de mayo la Avenida 23. Año tras año el gobierno detiene el tránsito en la principal vía capitalina para que cientos de personas defiendan su perspectiva de la sociedad. Eso mismo le es vedado a todos los grupos de oposición política, y a las mil 200 asociaciones fraternales registradas por el Ministerio de Justicia, entre ellas las cristianas.
Ante ese privilegiado panorama hagamos este análisis: si la Iglesia no tiene poder legislativo, ¿cómo pudiera la mentada Declaración impedir que los órganos de poder aprueben o no la modificación del Código de Familia? ¿Que el cristianismo defienda un postulado bíblico, significará para los homosexuales disminución de salarios, represión policial, violación de las libertades individuales?
No creo. Entonces, ¿por qué David C llama a quienes defienden su fe “gente muy desagradable”, Didiet M asegura que “son el diablo en persona”, y Leandro S los califica de “subhumanos”? A dónde lleva eso: ¿a la comprensión o a la coerción?
El cristiano, como el resto de los credos, funciona como una ideología tanto como la doctrina de género. Ambas buscan adeptos. El antagonismo es natural, pero el proceder democrático exige que ninguna sirva para sembrar el odio.
Marcha Gay en La Habana
La Biblia insiste en que Dios condena al pecado, pero ama al ser humano. De modo que al creyente no se le llama a humillar o agredir al homosexual ni a ningún otro semejante. No existe en el máximo liderazgo cristiano actual, aceptación hacia la violencia -de cualquier tipo- contra un individuo gay.
Sin embargo, las recientes expresiones de la corriente LGBTI a raíz de la opinión de la institucionalidad evangélica revelan peligrosas tendencias. Si eso quedara únicamente en el acallamiento de voces divergentes, no pasaría de un triste ejemplo de cómo quienes se dicen núcleo vanguardista de la nación son incapaces de respetar el principio democrático de convivencia. Pero el liderazgo homosexual exige la criminalización de la otredad, como leerán más adelante.
La propaganda acogida por los medios oficiales y algunos alternativos, así como el continuo activismo en Internet de personas entrenadas por el estatal CENESEX dan una imagen de consenso social en torno a las exigencias LGBTI. Nada más lejos de la lógica: el 10% de los cubanos es evangélico, el 35% nominalmente católico, y un 5% podría contarse entre Testigos de Jehová, judíos y grupos neo pentecostales ilegales para el gobierno, según el Instituto Patmos. Eso significa que la mitad de la población sigue doctrinas regentadas por preceptos bíblicos y, por tanto, con un entendimiento tradicional de la familia.
¿Contra esos millones de ciudadanos se ejercerán presión y coacción? ¿El casamiento homosexual implicará que los cristianos dobleguen sus convicciones, aplastará la libertad religiosa y de conciencia de otros seres humanos? ¿Quienes dicen reclamar sus derechos, condenan el de un grupo de personas a manifestar libre y respetuosamente una visión diferente, a pensar sin hipocresía?
Jovenes metodistas jornada de clamor contra el matrimonio igualitario
La Iglesia como institución tiene el encargo de velar por su milenaria doctrina. Sus seguidores han resistido desde crucifixiones en el Imperio Romano, campos de concentración estalinistas, marginación social parte de la Cuba revolucionaria, y aún hoy el salvajismo del Estado Islámico.
Si existiera, como grupo organizado, otro que atravesara tantos avatares sin quebrar sus pilares fundacionales merece expresar su sentir sobre el tema que fuere. Quien desee seguir su doctrina que lo haga, pero quien no, ¿qué derecho le asiste para condenar a sus semejantes por hacerlo?
Esta actitud se completa acusando de “homofóbico” al que manifieste una opinión distinta a las pretensiones de la comunidad gay. El término, según el estudioso Weinberg, se refiere a “actitudes que pueden conllevar al rechazo y a la discriminación de forma directa o indirecta” hacia la comunidad LGBTI. No obstante, su abuso y distorsión se convierte en un arma política endilgada a voces divergentes aun cuando no exista aversión o segregación.
Los creyentes, en 55 denominaciones protestantes registradas, defienden la heterosexualidad del matrimonio porque así manda la fe que profesan. Forzarlos a renegar de ello –por coacción grupal, personal o por Ley- es una violación a la conciencia del individuo. Semilla misma del totalitarismo.
Estos días he leído mucho la frase “tu libertad acaba donde comienza la mía”. ¿Qué tal si invertimos el catalejo? Jack Phillips, dueño del negocio Masterpiece Cakeshop, en Denver, se negó a hacer un pastel de boda para una pareja homosexual en 2012 por motivos religiosos. La pareja, insatisfecha, lo llevó a los tribunales acusándolo de discriminatorio.
Seis años duró el proceso penal, hasta que este 4 de junio la Corte Suprema falló a favor del cristiano. El juez Anthony Kennedy -cuyo voto fue definitivo para legalizar el matrimonio gay en Estados Unidos- criticó a las autoridades que, en el Caso Phillips, mostraron “una hostilidad clara e inadmisible hacia las creencias religiosas sinceras que motivan su objeción”.
Para el repostero el matrimonio es una institución sagrada, formada por un hombre y una mujer, ¿qué valida a un grupo para coaccionar o acusar a otro por su credo? “Me obligarían a crear trabajos artísticos que van contra mi fe –dijo Phillips a Univisión- y de no hacerlo me podrían multar o incluso castigarme con penas de cárcel”. Esto no ocurre en la antigua Roma, sino en Colorado, entre los 21 estados norteamericanos con leyes antidiscriminación.
Pero regresemos a Cuba. Ante la Declaración evangélica del pasado día 28 la activista LGBTI Susana Hernández pidió que quienes tengan otra visión de la sociedad no puedan manifestarlo libre y públicamente, sino “donde nadie lo escuche”.
¿No es la eliminación, criminalizar al opuesto, ese flagelo que la comunidad gay cubana denuncia haber vivido por décadas? ¿No eran apresados, multados, procesados penalmente? Tras el discurso inclusivo y diverso parecen notarse humos fundamentalistas que, como todo buen fundamentalismo, se vuelve sordo excepto para consigo mismo mientras crece su influencia. Intuyo, no obstante, que tal postura no representa a la totalidad de la comunidad gay, y que otra prefiere, respetuosamente, hacer sus demandas. Mi amistad con algunos de sus miembros en el gremio periodístico así lo confirma.
Si el Estado admitiera la unión marital entre personas del mismo sexo, La Biblia no va a cambiar por ello. No ha variado en siglos, incluso, antes de existir el movimiento LGBTI. La clave para convivir en paz será respetar la conciencia de cada quien, aunque al otro le parezca incomprensible.
Si la pretensión de los extremistas es obligar que la ciudadanía y la institución cristianas traicionen sus postulados o renuncien al derecho de libre expresión y de seguir su fe sin ser coartados, les pedimos, fraternalmente, recapaciten. Pueden convertirse en un absolutismo similar a los que dicen combatir.
* Según el Instituto Patmos, la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios), tiene 500 mil miembros; la Convención Bautista Oriental, 100 mil; la Iglesia Metodista de Cuba, 70 mil; la Convención Bautista Occidental, 60 mil; y la Liga Evangélica de Cuba, 50 mil.
**Todos los nombres de personas que emitieron mensajes de odio han sido cambiados.
*** Poeta, ensayista, periodista y documentalista. Edita el Blog Tenia q decirlo. Reside en La Habana Cuba.
El Blog Religión en Revolución acepta opiniones en forma de artículos, breves de ser posible, sobre este tema o relativos a la religión en Cuba. Pueden enviar sus colaboraciones a; cubareligion@yahoo.com


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