octubre 12, 2017

Una opinión del periodista independiente, Jaime Leygonier, sobre la Carta de S.E.R. Cardenal Jaime Ortega a propósito de la presentación de “Afrodita, ¡oh, espejo!”

He leído la  Carta de Mons. Ortega y Alamino, no supuse mal sobre el estilo rococó de abordar el tema.
Es verídico lo que afirma sobre que no debe confundirse a una deidad africana con la Virgen María de La Caridad. Pero que ello ocurra es responsabilidad de los sacerdotes y obispos católicos que no instruyen al pueblo sobre ese error.
Cuando las procesiones con una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, por toda Cuba, escribí que pudieron y debieron predicarle a Cristo a la gente que se acercaba a adorar supersticiosamente a la imagen. No lo hicieron, sino que voceaban, y era el primero su Excl. Rev.  Arzobispo Cardenal Jaime Ortega: ''Miren a la Virgen, miren a nuestra madre. La Virgen está contenta'' y otras sandeces opuestas a la doctrina de la Iglesia católica sobre el culto no idolátrico a las imágenes; doctrina que enseñaba yo a los niños, como catequista, cuando les decía: "Las imágenes no son un teléfono para hablar con Dios o los santos, son imaginación de un artista y nos recuerda a esos santos, que no están en las imágenes, como el busto de José Martí en la escuela, Martí no está en ese busto, pero lo respetamos".
Las procesiones contribuyeron no a “llevar al pueblo a Cristo por María", como decía su "slogan", sino que esa agua fue al molino de la Santería y de la Iglesia Pentecostal. Incluso, la imagen del santuario de El Cobre, que vestían de azul, hace algunos años le cambiaron el vestido a amarillo, que es el color que los santeros dedican a su diosa.
La propaganda estatal y el enajenación existente entre el pueblo y los sacerdotes, encastillados en su mentalidad de casta y de trabajar rutinariamente, hizo que la Iglesia perdiera el público que ganara en los años noventa, cuando dio esperanzas al pueblo en medio de la crisis ideológica del régimen. Ese público, desilusionado de la Iglesia, en gran medida por su concubinato con la dictadura, acudió luego a la Santería, por el atractivo de sus soluciones materialistas y mágicas y a la Iglesia Pentecostal. Además, la Santería depende de la Iglesia católica, pues exige el bautismo para sus iniciaciones.
Otros aspectos de la carta desmerecen, como el populista fraude histórico de "la Virgen Mambisa''. No pueden sostener esa mentira y criticar a una artista porque homologue a su diosa con María. Sería bueno si esta carta sirviera para que los sacerdotes no fomenten la idolatría a las imágenes e instruyan a los fieles. Pero...''cuando el Hijo del Hombre regrese, ¿acaso encontrara Fe?'' Lucas. 18:8
…., opino que Su Excelencia, debería escribir aclarando que se equivocó cuando, fingiendo ser un observador independiente, neutral y usando el prestigio de la Iglesia (que así la desprestigian); garantizo en el 2007 las ‘intenciones de cambio, muy serias’ de Raúl Castro. Pedir perdón a Dios y al pueblo por traicionarlos sirviendo de muñeco de ventrílocuo a los Castros y al canciller español Moratinos, cuando el gobierno de Zapatero hacia malabarismos por venderle al mundo que Castro cambiaba, derechito a una “solución como la del tránsito en España y que no debían presionarlo”, supongo, que escribió sobre algo cultural alambicado. Porque Su Excelencia nació fuera de época. No es para la Cuba de la Iglesia perseguida primero y sumisa, ahora; y menos de la época de los primeros cristianos. Necesita un Luis XV y una Madame de Pompadour a cuyos pies derramar mieles con la cara empolvada. Dios tenga misericordia de él y le dé por convertirse de su idolatría al dios-miedo, al Estado.
Jaime Leygonier.

*Periodista independiente cubano. Ha colaborado con la agencia de prensa independiente Hablemos Press y sus notas aparecen en distintos sitios de internet sobre temas cubano. E-mail: jaimeleygonier@gmail.com

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