febrero 21, 2013

Cuidado con los “peros”. Primera Parte.


Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. (2 Reyes 5:1).
Naamán en el momento del relato del segundo libro de los Reyes era un hombre de muchos méritos. Es valorado como una personalidad extraordinaria por sus incontables victorias militares, de facto Siria le debía mucho a este general. De tal forma que el rey lo tenía entre sus oficiales favoritos. El relato dice algo incomprensible a primera vista. Jehová Dios, le había dado victoria a Siria por medio de Naamán, porque el general no era un adorador del Dios de Israel.
Eso sólo se puede entender al ver a Naamán predestinado por Jehová para cumplir un propósito específico en tiempos en que Israel había violado el pacto divino. Al dar  Jehová  éxitos a Naamán significa que a otros daba derrotas y eso se explica, como que el Dios de la Biblia, estaba en control de las conquistas y derrotas de las naciones.
Por otro lado la lepra era una de las enfermedades más crueles y temidas del mundo antiguo por su contagio e incurabilidad, llevando a sus víctimas en muchos casos hasta la muerte. La bravura, moralidad, e hidalguía de los hombres no los inmuniza de los infortunios y adversidades de la vida. Todo hombre por grande que sea se puede encontrar en su vida con un pero que lo descalifique. Naamán tenía muchos atributos que lo hacían grande. Como militar era extremadamente valiente, su pueblo lo honraba, mientras que sus enemigos le temían, por ser un sempiterno vencedor. Todas las hazañas de Naamán  hubieran sido olvidadas en vetustos anaqueles sólo por un pero que seguía a sus extraordinarios méritos militares. Este tipo de enfermo se confinaba y se les colocaban campanitas para que anunciaran su andar, pues vivían despreciados y separados ante la misma sociedad que cuando sano  los encumbró. Lo improsulto del texto bíblico viene solapado en personajes que aparentan poco protagonismo.
Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. (2 Reyes 5: 2-5).
El general obedeció a la criada y se fue a Israel. El rey de Israel no pudo hacer nada por el enfermo y se lo envió con temor al profeta. Definitivamente fue sano cuando se sumergió siete veces en el rio Jordán después de presentar algunas objeciones ante el profeta Eliseo que fueron resueltas por otros criados (la historia completa la cuenta 2 de Reyes 5).
La historia del general sirio sería descrita de otra manera si la criada de su esposa no hubiera intervenido a favor de Naamán.  De esa manera la señora del general escuchó las grandezas del Dios de Israel, llevadas a cabo por uno de sus profetas.
No me toca juzgar a Naamán, pero su ejemplo es clásico de hombres grandes y valientes, que a no ser por la providencia de individuos de aparente menor rango social, terminarían sus vida inesperadamente condenados por sus propios pueblos. Es que la vida rompe su rutina repentinamente sin que nadie pueda parar el curso de los acontecimientos, porque lo que los hombres llaman la rueda de la historia, no gira sola, sino que hay alguien que tiene control de ella, aunque casi nunca se ve. El libro de Eclesiastés dice: Porque sobre el alto vigila otro más alto, y uno más alto está sobre ellos. (Eclesiastés 5: 8) dentro la esplendorosa verdad del mismo Dios de Eliseo. La sirviente de marras no tiene nombre, porque la gente así, son hijos de nadie pues ningún hombre ilustre quiere cargar con hijos sin honra; no obstante se da a conocer por la fe que salva no sólo a u hombre, sino también a toda una nación. Es que todos los pueblos necesitan a este tipo de personas. Por ejemplo, Venezuela necesita sirvientes con denuedo que le digan a su presidente, que no es el espíritu sabanero él que lo puede salvar y levantarlo de esa cama de pena en la que yace, como tampoco son las pequeñas o grandes imágenes, o el crucifijo que besa y adora públicamente. Es que la Biblia cataloga como ofensivas a Dios la adoración de cualquier imagen, y ningunas de ellas  podrán  cambiar el estado de salud del presidente Hugo Chávez.  Por el contrario es el Dios de la Creación, que limpió a Naamán de su lepra, el único que  puede hacer un milagro cuando se le busca y adora de corazón en espíritu y verdad. Escrito está  por el apóstol Pedro, al referirse a Jesucristo cuando los líderes judíos de aquel tiempo desecharon al Mesías. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. (Hechos 4: 11 y 12)
En una época dirigida por los grandes medios de difusión, y por colosales consorcios, donde brillan los nombres de los mejores graduados de las más importantes universidades del planeta, el mundo necesita hoy de  esa gente pobre, pero valiente y ungida que le diga a los señores y a los reyes de los países: Ustedes no son dueños de nuestra tierra, ustedes están equivocados y se los comerá la lepra sino cambian de actitud. Cuba necesita de esa gente, porque los que han tenido la oportunidad de hacerlo, entre los que incluyo el corrupto e inmoral Consejo de Iglesias Cubano, no han tenido la unción, ni el valor, ni el carácter para hacerlo. Ya sea por este medio o por otros, el  país precisa de los atrevidos que le digan a Fidel,  a Raúl y a cuanto comunista  se le aparezca, que no queremos más migajas de reformas, por el contrario queremos la verdadera libertad, por la que cientos de millares de compatriotas han peleado y emigrado. Las reformas Raulistas están llegando cuenta a gotas después de 50 años de opresión y dulce tiranía y el país sigue de mal en peor. La ansiada Ley de Culto cristiana no llega, y ya se hace impostergable. Los apóstoles de esta nación y las iglesias independientes, que no se han rendido bajo el yugo comunista,  demandan al estado cubano dicha ley.
CONTINUARA..........
*Apóstol en líder de la Iglesia  Ministerio Viento Recio. Coalición Apostólica de Cuba. Reside en Las Tunas, Cuba.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Qué reformas ha emprendido Raúl Castro sino intentar dar una imagen cosmética para ganar tiempo y hacer sobrevivir a la tiranía que agoniza?