julio 16, 2007

Con estos curas, ¿quién pudiera creer en Dios?

Por: Esteban Casañas Lostal.
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La historia deberá escribirse de nuevo, pero eso no es lo preocupante, alguien lo hará. ¿Dónde se encontraba la iglesia mientras esto ocurría? Hoy, pretenden elevarse a un trono redentor que no les corresponde. La visita del "Santo Padre" sirvió de mucho y poco, se oyeron gritos de "Libertad" en la plaza, pero aquel clamor popular no se extendió más allá de esos predios. Cuba ha tenido que abrirse al mundo, ¡pero de qué manera!, tuvo que abrir un poco más sus piernas, y lo peor, aquella visita sirvió para legitimizar al régimen de un hombre que había sido excomulgado. Pero qué puede importar ahora, no tenían una embajada en el reino de Saddam.
Aparece en medio de ese campo minado de hambre, desesperación, impotencia, sentimientos de frustración y derrota, no solo la iglesia católica. Lo hacen a su vez innumerables pastores que pretenden dormirnos con sus canciones, hoy no hay espacio para el "diezmo", pero mañana lo habrá y debe comenzar a sembrarse para recoger la cosecha en un futuro cercano. Se suman cientos o miles de Babalawos y la industria de la santería genera empleos, criadores de chivos y palomas hacen su zafra, no quedan fuera los que se especializan en yerbas que lo curan todo y abren caminos, otorgan visas y aseguran una buena navegación en balsa. Todos, absolutamente todos, desean y logran vivir del dolor de nuestro pueblo y lo logran con bastante éxito, las ovejas andan descarriadas y la marea es buena para pescar. ¿Por qué creer en ellos?
El Cardenal Ortega conoce bien el terreno donde se mueve, es astuto e inteligente, juega magistralmente el partido de ajedrez político que se propuso. Mueve fichas y sacrifica a sus peones, lo importante es mantener al Rey con vida. Pacta con sus enemigos, quién sabe, pudiera interpretarse al revés, parecen amigos, amiguísimos. Ora con fervor por la recuperación del hijoputa más grande que haya parido nuestra tierra. ¡Ohhh, la iglesia de Cristo! Caballeros, hay que aprender a perdonar y poner la otra mejilla. ¡Pero, coño! Ya he puesto las dos y hasta las nalgas. ¡No importa, pon la de tus hijas! Que todo sea por el bien y reconciliación de la Patria. ¿Quién se reconcilia con quién, tú con los asesinos de nuestros hijos, y la justicia? Estamos condenados al odio, al eterno, al que nunca lograrán lavar las oraciones, porque ellas tampoco sirven para lavar las vaginas sucias de nuestras hijas. ¿Por qué no le dedicas oraciones a nuestros presos? ¡Ahhh!, Silvio se te adelantó y le dedicará sus canciones para aliviar sus sufrimientos. "El breve espacio en que no estás", si la cantara junto a Pablito, esa canción es la más apropiada para cualquier reo, así mismo, hay que preferirlas compartidas.
Gran jugador de ajedrez tiene que ser el señor Ortega, un Caparroja cualquiera. Apresura jubilaciones de alfiles y torres que molestan, elimina a grupos de peones con vitrales que se pueden romper fácilmente, sin lanzar una sola piedra, pero resultan demasiado transparentes y la luz puede molestar el sueño de mucha gente en el poder, pesadilla de muchos cubanos.
Todos los curas no son iguales y no se debe ser injusto a la hora de exponer criterios, valga un eterno agradecimiento a la labor realizada por Monseñor José Siro González Bacallao, Pedro Maurice y todos aquellos clérigos que siempre han estado al lado de su pueblo. Gracias infinitas a todos aquellos sacerdotes que una vez, mostrando excesivas muestras de valentía, abrió las puertas de sus templos a aquellos seres que disienten del sistema y régimen oprobioso que supo arruinar con maestría nuestra nación.
Caiga sobre esos falsos cristianos que hoy se acomodan cómplicemente bajo las sotanas de nuestros asesinos, todo el peso de la cruz de un Cristo crucificado nuevamente en nuestra tierra. De poco servirá la existencia de prelados al servicio del régimen como el recién impuesto en la Diócesis de Pinar del Río y de nombre Jorge Enrique Serpa Pérez. Ocurrirá lo mismo que a todos aquellos inescrupulosos comerciantes que han lucrado con el dolor de nuestro pueblo, llegará el día, temprano o tarde, donde tendrán que fabricar sus balsas y exponer sus vidas, porque esa gente que sirve a los intereses de la tiranía, en Cuba no cabe. Poco importa si visten jeans o sotanas, sobran en nuestra tierra, y ahora, pueden hablar de odio.
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